Cierro los ojos y te veo, con el brazo apoyado en la repisa, pantalón blanco, chomba azul y zapatos abotinados.
Sonaba Pugliese mientras Angélica daba las instrucciones pertinentes.
Ni la escuchaba, era incapaz de apartar mis ojos de tu estampa, sólo vos no te dabas cuenta.
Dos clases y la distancia del receso, un verano caluroso, interminable.
Volvimos a encontrarnos en abril, mi corazón galopaba al ritmo de la emoción que me desbordó, y vos distraído, indiferente, ajeno a mí.
Finalmente, te acercaste decidido, firme, el tiempo se detuvo, sólo vos y yo y una fuerza que nos atraía inexorablemente. No pronunciaste palabra, me tomaste de la mano y me llevaste al centro de la pista. Pugliese volvía a sonar, quedamos apilados*, sintiendo tu aliento, tu perfume, el calor de tu cuerpo contra el mío.
El placer de la seducción desplegado al unísono. Pasional, vos y yo dándole vida a la letra.
Nuestra historia se escribió tango a tango.
Vivimos juntos el cielo y el infierno, lloramos y reímos hasta el final.
Un final de tango, triste y melancólico.
* Apilados- postura de baile de tango, que marca los cuerpos juntos uno contra el otro
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