Son las 21:35 como pone en la breve descripción que antecede a esta cajita de texto. Como final de un largo día en una devastada zona ultrayuppie de la costa rioplatense del Uruguay, se corona el día con este rengo cuento como depuración de un espíritu sobrecargado. Este espíritu, que intenta sobrellevar la tensión de las falanges que escriben sin demasiada certeza, seguramente con errores ortográficos y sentencias malhabidas, recorre nuevamente esta linea que se hizo larga y termina rotundamente.
Este cuento necesita de mí, porque lo busco como quien se busca. Estoy en la hora 18 de mí día laboral y me abruma esta aureóla de espacio que espero no sea interrumpida por la variedad de personas que me rodean entre calendarios, agendas, planillas electrónicas y doumentos relacionados con el evento que desde hace cinco días tiene lugar, y que regresará mañana como un triste sueño recurrente, hasta el próximo día cinco.
Agotado...