LAS LUCES DE LA AVENIDA (parte I)

Ella estaba sentada sin rigor de muerte
al amparo de algunos postes y al manto de la noche
No había luz en sus ojos, ni en su alma
su único brillo era su ropa negra
Era como una polilla
en busca de luz
en los faroles transeúntes,
del brillo en los bolsillos
de ajenos desertores
y de la alucinante paz
de la nieve cálida
que impulsaba su vida
a la muerte.
En la avenida había tantas como ella
revoloteando entre los carros,
buscando algún callejón oscuro
donde desnudar su itinerante
condición de hembra.
Cómo una polilla puede buscar la oscuridad?
- Eso nunca lo sabré -
pero ellas lo hacían,
era su refugio submarino
donde el apogeo de su fuego
calentaba la noche.
Su boca masticaba los amaneceres
con el salado sabor de la derrota
a la luz tenue del cansancio.