LOS TELEVISIVOS.
Al final nos habíamos podido reunir. Yo, “El Araña” en pie, miraba la mesa repleta de todas mis criaturas.
No lo pude resistir y recordé a Elena, ella ostentaba el record de entrevistas de calle, había participado en encuestas sobre perros, plantas, calentamiento global, política, homosexualidad, métodos anticonceptivos, aborto, delincuencia y un largo etcétera. Mi filmoteca estaba repleta de sus colaboraciones. Era la más joven, y siempre que algún micrófono se le acercaba decía…”Bueno, yo no soy la más indicada, pero ayer estaba pensando precisamente…” Siempre igual.
Luís era el perpetuo visitante del público de programas de televisión, sus favoritos, hechos de la “vida real”. Era calvo y no costaba identificarlo por esa risa tonta que resonaba desde una de mis ocho pantallas de televisión, Mateo era cámara y había logrado captar la nada ridícula suma de ochenta y una tetas salidas espontáneamente.
Felipe salía desnudo en los programas en directo, corría por detrás del presentador y gritaba “Yuhuuu” antes de ser reducido por la seguridad del plató. Y finalmente Antonio, que llamaba a los programas de opinión y cuando estaba al aire insultaba y gemía.
Yo nunca había concedido entrevistas, y más bien huía de las cámaras cuando, por algún casual, se cruzaban en mi camino. Eso sí, mi filmoteca es precisa, eficaz y variada. A los siete años mi padre me regaló un video y desde allí comencé a grabar la parrilla televisiva. Los tres chiflados, Mi bella genio, Embrujada, El gordo y el flaco, documentales, noticieros, directos, late night, entrevistas, publicidad, etc.…, nada se escapaba de mis ocho pantallas de plasma, parabólica, cable, digitalía e Internet.
Consideraba mi deber dejar constancia de la sociedad a través de sus creaciones e intervenciones. Pero desde hacía más o menos un año, la cosa cambió, los programas eran absurdos, basura que infectaba mi rica y deliciosa colección.
La televisión me aburría y decidí concertar entrevistas con estos viejos compañeros de adicción. No fue difícil.
Allí sentados, les di un discurso a lo late night, uno marxista, uno anarquista, comunista, nazi, religioso, conceptual, fanático a lo secta y así a base de marearlos llegándoles y no llegándoles les convencí del plan.
Al ver que los programas se centraban sólo en las guerras de oriente medio y en los ligues de las estrellas de turno decidí dar el cambio. Era mi deber.
Un asesinato en directo todas las semanas. Elena quería ser la primera, pero en realidad todos querían el puesto de honor.
Una vez dado cuatro discursos más les convencí de actuar en conjunto.
El programa elegido fue uno catalogado como, hecho de la vida real llamado “Susana” en la cadena cinco de ámbito nacional.
Elena y Luís estarían entre el público. Y mateo, cámara del mismo, se encargaría de no atender a las órdenes de “Corten y Fuera”. Antonio llamaría por teléfono dos minutos antes y Felipe saldría desnudo para que los primeros, Elena y Luís, aprovechando el desaguisado se acercaran a la presentadora y le rebanarán el cuello en riguroso directo.
Por supuesto que aquel incidente provocó la rápida encarcelación de todos, pero mis discursos surtieron efecto y no me delataron.
Ahora, una semana después, tengo entre mis manos otro pelotón a los que lavar el cerebro. Esta vez el plan es matar a dos, entrevistador y entrevistado en una tertulia sobre poesía.
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