Inicio / Cuenteros Locales / Mardion_Isiaco / Qué agradable polilla!!
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Llego a la pieza de mi padre (donde también habito) dispuesto a tomar los dos vinos blancos bien heladitos que sacó de la bodega, junto a uno o dos compañeros que vendría(n). Me encuentro con desolación, enfadado destapo una Budweiser, abro Rayuela capítulo 18 y comienzo la lectura. Leo, conozco poco a poco a La Maga, Gregoroviano, Ronald, pero por sobre todo a Oliveira (Holiveira), que husa las haches como hotros la penicilina. Lo comprendo un poco mejor, mas no del todo; en fin, me entero de que él también buscaba esa Hunidad, aquél centro donde comprendemos todo tan solo como una cosa con demasiadas caras, voces y ruidos, vacíos, desórdenes mantas carcajadas plantas llantos y huesos, pero todo eso entendido como una cosa y además parte de huno, y huno mismo como parte del todo que es uno... Descubrí también que tampoco la ha hencontrado. Termino el 18 y su final me dirige a otro, que luego me conduce al 19, y su término me guía hasta el noventa. Hasta ahí dos cigarros y la cerveza se habían consumido. Destapo con el hencendedor el húltimo bebestible (de nombre Corona) que poseía; no más de tres sorbos y, pensando que dos cigarrillos me quedaban, decido atacar mi pequeña reserva de hojitas milagrosas. Busco algún papel delgado; luego de minutos, no sé cuántos, lo encuentro. Descargo posiblemente por penúltima vez un deñado del contenido y lo fumo deleitándome con el techo negro agujereado de algún lugar donde todo es blanco... satisfecho regreso y me percato con agrado que en realidad me quedaban tres cilindros con tabaco, nicotina, halquitrán y monóxido de carbono... Abro nuevamente el libro continuando el no finalizado capítulo 9o. Un par de páginas avanzo y con el rabillo del ojo izquierdo percibo un pequeño rayo, un fulgor largo y delgado, "Una tela de araña", pienso; entre maravillado y haterrado devuelvo la mirada a las hojas del buen libro. Pero nuevamente un algo del todo que es uno llama mi hatención, un sonido en la lamparita de cielo, "una polilla", pienso y veo, y me siento un poco decepcionado... Y sin embargo ésta desciende hasta la cama, pasea por el cobertor blanco contrastando preciosamente con dos tonos de café en sus alas (uno como las páginas de un libro viejo -que por lo demás huelen muy rico- y otro más oscuro y brillante), y además un cuerpo amarillo, ni sobrio ni chillón: Hamarillo simplemente. Y así bella avanzó rápida y decidida hasta mi pantalón verde, y no sé si aventurera o consciente de que la quise (estoy casi convencido de lo último) se apresuró a cosquillearme con sus patitas y acariciarme con su cuerpo rechoncho almidonado hamarillo la mano derecha. Sonreí muy alegre y ella se fue volando a su ampolleta amada, también con una sonrisa. Es la segunda vez que tengo un encuentro tan lindo con una polilla... para mí ya no son la misma, como hantes hubiese hocurrido. |
Texto agregado el 24-04-2007, y leído por 187 visitantes. (1 voto)
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