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Inicio / Cuenteros Locales / wertherbrightside / Epilogo (Antología de un Escribano)

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Vas caminando entre la nada, tratando de disimular tu tedio de andar entre tu pobreza y lo ves en una estantería. Entras haciendo gala de toda tu educación, te acercas a el, lo tomas en las manos y sientes como al abrir la pasta la sangre comienza a resbalar de sus paginas; sientes el delicioso olor metálico de la hemoglobina deslizarse paralelamente y manchar tus zapatos de miseria, esas suelas desgastadas por caminar en el infierno hecho pueblo. Esta es sangre de escritor; es su vida y te la da a vos; y ¿Quien sos vos?

Abril. Bukowski me llama diciéndome que va a romper su virginidad en la publicación de un libro. Pero ya no es el viejo Buk, ni Luis, ni nadie que yo jamas haya conocido, como lo ha hecho durante toda su vida (que vaya si es larga), ha logrado transformarse en “algo”; el articulo indefinido de “algo”, sin primera persona del singular, el “yo”,. Un poco como si hubiese sido atestado con un mazo en la cabeza, lo felicito, como he de felicitar a la niña de 13 años que va a mi puerta, toca y dice "Estoy embarazada". Sentado en un tarde de calor sofocante, afuera la cuidad se queja de otro lobotomico gobernante, leo a Villagran; lo veo morir en –Chico muerto en una habitación-, y me pregunto como ha de ser morir en cada escrito, y me imagino a una puta. Las putas no mueren con cada cliente, es lo que hacen, se acuestan, los acaban, y se van; y eso es todo; “cuando has acabado con una puta has acabado con todo”. El poemario, sin embargo no es un viaje introspectivo de efímeras dimensiones, no es una idea de paso; es en verdad un inverso de inversión, de antología de dolor y sufrimiento, de catatonia danzante entre las paredes verdes de un cuarto desolado de San Bernardino. Toma la categoría de “ser”, existe, conquista el universo de la existencia, del mundo físico siendo en simpleza, no aplicable, no aceptable, irreverente y sin cuestión “viejo”.

“Escribir un libro es como tener un hijo, ¿sabes?, y como buen hijo consume todas tus energías, te despoja de tu libertad, requiere sacrificios, y al final te paga con una moneda falsa” y vaya si no es cierto. El libro es el escritor, verdad que esta bien dicha. En búsqueda de una inexistencia favorable, para pensar, en donde habitar, victima ahora de un amor de pasadita. – Vamos mi amor un rapidito y ya nos vamos-; ha pasado por lo que los idiotas llamarían “lo peor”; pero el autor lo llama vida. La desmenuza, la sesga con sus manos, la invita a la cena que tiene a las 8:00 con la muerte (por favor no llegar tarde), juega con ella al amor, y luego se va de la mano con su amante. Los ojos de un niño que ruega por el perdón de su papa que lo golpea incesantemente no podrían expresar con más ahínco la mutabilidad de la vida y su futable naturaleza de ser.

Y entonces encontramos un nuevo amanecer, en este viaje a la mente de este escribano, con –Realidad inocua- revisando, chequeando a ver como están los mounstros diarios, como se ven ignoradas sus horripilantes manos, sus bocas feroces, a fuerza de costumbre por toda la sociedad, masa ingente de proporciones múltiples y como lo dijera la Biblia “Con 10 cabezas y en cada una, una corona”. Salimos de las terminales malolientes y nos topamos con .-Kathy-, su alma vagando entre líneas, sus manos que acariciasen a un amante, acaso no frías, sino tibias, nos rozan el rostro en esta noche mientras, en la cama, bocabajo vemos las ultimas noticias que se tendrán de ella. Pasamos sobre las piedras rojas, las manos rotas, la mugre de los ciudadanos, la muerte en la espalda todavía, pisándote los talones, recordándote en tus noches kafkeanas que no estas solo, mas bien, estas acompañado, estas lleno de el lodo de la monotonía, apestas a mierda humana.


Se reconoce a seguir, su propia naturaleza, ahora sí, estamos viendo al lobo a la cara, al muerto a los ojos vacíos completamente de vida, sin sus 21 gramos que lo hacían danzar en el carnaval humano de todos los días, el raro, el distante, el degradantemente vergonzoso pedir diario imperando que se aplaque al peso muerto de la normalidad.

Saltando entre los muertos, tratando de no poner ni un solo pie en su sangre, para no infectarse de su muerte, vamos pasando poquito a poquito, con el escalofrío en la espalda, el sudor frío del miedo asesino. Entonces salimos a la calle, el cortejo fúnebre nos toma por sorpresa, me toma por sorpresa, es a nivel personal, veo todas sus caras, todos sus gestos, y tomo un poco de su dolor, tomo toda su desgracia; y al verlos partir veo como las rosas sobre la tumba se convierten en un ponto rojo más pequeño cada segundo.

Mateo Flores; orgullo nacional. Similar a un orgasmo, lo sientes, te place, lo felicitas, lo recuerdas por un tiempo y luego, lo tiras. Es comida rapita, para pasar el rato, pero jamás, jamás te alimentará. Se aplaca, para muy su disgusto, al poeta romántico; se adhiere porque no hay para donde, porque la salida esta bloqueada por tus lagrimas, por el lago de lagrimas que has dado al aire en todas esas noches, cuando su recuerdo se fue arrastrando poco a poco por tus sabanas, por tu mente, por tus manos; pensaste, acaso, que por la mañana harías el desayuno para dos, que la cama de hoy albergaría dos cuerpos, dos mentes al unísono, pero de defraudaron, te vieron la cara de profundo imbecil, y ahora no hay mas que tragarse toda la tierra por montones. Pero has de encontrar salvación, profética; demencialmente profética, las puñeterías de este brebaje amargo, tiene su parte buena; nunca optimista, siempre con la cara al agua, entre hielos que te sacan la verdad a borbotones; la inspiración te salvará, aunque no quieras ser salvado.

La lluvia cae pesadamente, el ambiente no se refresca ni a putas; este calor parece salido del mismo infierno, donde, condenado a morar, el escribano observa a sus compañeros de averno; a través del vidrio y metal, entrelazados, afines a los infantes; ellos con infinita inocencia se acercan al demente caminante que se dirige a darle su centavo al remero, y los encuentra a los tres dando vueltas, dando tumbos, cantando tonadas locas y eufóricas, alrededor, con una suma precaución toma sus peticiones, tomas sus respuestas, los toma en brazos, en mente; más tarde en la muerte de uno , cuando ya sea abuelo de muchos, dirá que la tristeza de una monopoli creciente vivía en la mirada perdida de este escribano.

Mientras se aleja los niños lo despiden con sus manitas, ¿será acaso la sombra de la muerte que los hace despedir de el con tal brío?; porque se interna de nuevo a su bosque de delirio, a sus raices de alcoholismo y yace ya en su lecho mortuorio. Ya sabrán las hojas secas caer de los árboles en otoño sobre el -late corps- del loco escritor de versos de sangre Luis Edgar Villagran.

Texto agregado el 24-04-2007, y leído por 1577 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
03-05-2007 No me gusto. Lo siento muy irreal a menos que sea un libro deSCIFI. Reality_Hammer
25-04-2007 "La muerte, que es celosa y es mujer, se encaprichó con él... y lo llevo a dormir siempre con ella" Fito Páez "Ahora que en mi cama nunca falta espacio para más de un corazón" J. Sabina.. Excelente escrito de parte de un colega desvariante, y mejor aún, de un amigo.. cheyin
 
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