reconozco la ponencia del hombre en interrogar cartones.
la reconoczco en la ingestacion de hormigas ferroviarias.
reconozco el sudor del hombre
por la transpiracion de la iguana.
reconozco que el pecado se inicia en la muchedumbre
entre los pastos verde rojo vivo.
(se disimula el estado en tres grandes facetas:
ampliar
discutir
enarbolar.
cada una lleva consigo un dictamen severo
de las condiciones materiales
que nos enaltan como frasquitos hipocondriacos de heladera
y nos izan como espectros matutinos una noche negra.)
reconozco que respondemos con señas imprecisas
y que nos disfrazamos con un lenguaje bien vestido
y que nadie nos pregunta nada
por miedo a perder el silencio.
digo y redigo que todos los muertos son del alma
y no de la esencia
ni del juego.
hago repetir que no estrellemos nuestra conducta
ante frailes hipntozidados que refriegan los vidrios de la piel
y las ventanas del ojo.
voy a aceptar, por unica vez, que no hay pez limpio en este infierno
pues todos somos diablos con auras impregnadas
contagiados de la risa.
A mi juicio, no todos puedan estrellar su nuca contra un farol
pues seria incomodo retratarlos a todos
dispersandose-
niego que lo mio sea una aurora.
niego que el pasado sea esteril.
niego que la vida se ponga marchita.