Le mintieron, le hicieron creer tantas cosas y al final lo engañaron. Deshecho por tanta felonía, sólo atinó a contemplar el cielo nocturno, repleto de estrellas. Allí, pudo serenarse, admirando esos astros que titilaban en son de comprensión. Su corazón latió, entonces, con fuerza. Ellas, allá en lo alto, solidarizaban con él.
Sólo que, Aldebarán, Antares y Casiopeia, eran sólo reflejos del pasado, en rigor, una mentira más, pero acaso, la más piadosa...
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