...Y me rebelo contra esta carne infinitesimal que me aprieta el intestino. Una belleza inlenguajeable e inenjuagable que me ahorca y cercena, provocando vómitos y temblores. No es la última cena, falta el Papa eslovaco, un argelino chipriota que canta un rock al helado.

Berenjenas con queso, Berenjenas amadas, rostros suecos llenos de ternura, felación impecable, semillas derramadas en bocas gloriosas, anhelado confite angélico que baña mi sangre de nuevas estepas frontales cabizbajas. Un sastre de lomo rebaja mi falda a la altura del ombligo y acerco mi cara al fango para ser su testigo.

Fui tu amante virtual un sexenio, me admiraste en público, me odiabas en secreto. Reprobé los exámenes de la escuela de manejo y lloré a ríos cuando te retiraste a tu reality- infierno. Me devolviste la vida con tu gozosa ascención a los mares, recuperé el olvido de saberte mía, de no amar, de ser libre en mi perdición oportuna, en mi casa de árbol con vista a Venus.