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Inicio / Cuenteros Locales / Hada_Cordobesa / °De verdades y Mentiras (Parte II)° (A Estulticia)

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Capítulo II

Me dió un ataque de risa al escuchar oir a su madre diciéndome que hablaba sola mientras abría los ojos tanto, que bien podrían salirse de sus párpados, que a veces, babeaba mientras se quedaba hipnotizada al ver un punto fijo, con los labios entreabiertos y partidos de resequedad, con el llanto atorado en los lagrimales y aquellos casi esqueléticos brazos blancos, abrazados al par de piernas largas recogidas hasta su pecho; la mirada atónita de su madre logró arrancarme aquél montón de lágrimas contenidas por mas de cinco años, caí al piso hincado mientras balbuceaba que no podía ser otra vez.

Miré el foco con detenimiento y caí en la cuenta de que no estaba fundido, simplemente ennegrecido por el polvo y la suciedad, los agentes entraron y uno de ellos me miró con asombro, pasó su mano frente a mi rostro y me tocó la garganta cerciorándose de que no estuviera muerto, acto seguido, llamó por radio a alguien, dando claves y pidiendo paramédicos:
- ¿Sabes dónde estás? - Preguntó, mientras yo volvía a aquél ataque de risa de antaño, ¿dónde estaba?... ¡Por Dios, estaba secuestrado!, ¿cómo saber en dónde estaba?
- ¿Sabes tu nombre? - insistió mientras veía en sus ojos cierta preocupación o furia, pero yo no atinaba a decir palabra alguna, era como si el abecedario se hubiera enredado y no encontrara el orden perfecto, tenía la garganta tan seca, que aún cuando pudiera decifrar el alfabeto tampoco hubiera dicho nada
- Está teniendo un ataque de histéria - se oyó a sus espaldas
- Dale dos - y acto seguido un par de bofetones me cayeron sobre las demás laceraciones faciales.

Marcela se detuvo frente al bar unos minutos, se arregló el cabello y en ese preciso momento tuve una especie de sueño, su cabello rojo y rizado enroscándose en mi cuerpo desnudo, mientras sus labios rojos y carnosos me besaban el pecho, aquél par de manos delgadas y siempre frías apretandome los muslos y el perfume de su aliento impregnándose en mi piel, era como sentir cómo se abría cada poro para beber su néctar, era como si su larga cabellera cobrara vida y me abrazara, era volverme adicto a la droga de su ser y de pronto sentir la ansiedad ante la necesidad de su ser completo, mis manos sedientas de su temperatura jugaban con su sexo mientras ella hablaba en otro idioma, de vez en vez levantaba la cabeza y me miraba, después me daba un beso suave que terminaba arrancándome casi los labios, para al final, unir nuestros espíritus danzantes y tocar la luna con la punta de los dedos para sentir una caída libre a millones de kilómetros de altura.

- ¡¡¡Acá!!! - gritó el ángel de negro y un par de hombres de blanco entraron con una camilla, checaron mis signos y después me subieron a la camilla, al pasar mis manos al vientre, un dolor insoportable me sacó de aquellos sueños, era estár y no estár ahí, era soñar personajes borrosos en blanco y negro y después razonar que realmente estaba ahí: - ¡Vaya pesadilla! - pensaba, pero no atinaba a enterarme que era algo mas que eso... ¿Y Marcela?... ¿dónde estaba entonces Marcela?...

Continuará...



Texto agregado el 08-03-2007, y leído por 21 visitantes. (3 votos)

Lectores Opinan
2007-03-08 12:06:43 Te sigo.... tiresias
2007-03-08 02:41:54 Nos sigues teniendo en suspenso, buenisima forma de atrapar nuestra atencion. gatubela40

Texto agregado el 22-04-2007, y leído por 190 visitantes. (1 voto)


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