Es tu nombre,
el que llama a mi corazón
todos los instante
en que adormilado me encuentro.
Es esa boca,
que afanosamente he rastreado
en los talleres de cocina
y en los parques sin céspedes
la que no me encuentra delirando.
La recia lluvia; no nos abrigara,
el sol; aquel que nos conoció
no sabrá nuestros nombres.
Vamos llegando a la esfera que hemos amamantado
el mismo sitio en que un día los bramidos florecieron
en tu falda negra y corta, que me llama para seguir durmiendo.
- ¿Cuál será; entonces tu nombre?
- ¿Me llenare el cuerpo con tus sudores?
Veamos el resultado:
Cuando el sol nos cobije y de nuevo
nos ponga el nombre,
el que ya habíamos perdido
entonces;
así de fácil expandiré mis fantasías
y nos acostaremos.
Texto agregado el 21-04-2007, y leído por 207
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
23-04-2007
Me gusta el tema tratado, y lo más interesante lo encontré en la última parte. Muertelenta
21-04-2007
***** tecclas
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