“Tú, volcán, mí, amor”
El volcán atacaba y mostraba enormes lenguas de fuego,
los demás y yo, le temimos y le lloramos una tarde entera.
Se me hacía tarde para escapar y cuando me di cuenta
Ya tenía las piernas dentro de la lava,
no sentía nada más que mi corazón dando vuelcos,
Aún así, escapé de rodillas y relamiéndome los pies calcinados.
Al llegar al mar vi a todos llenos de tizne y con el agua hasta el cuello,
Estaban azules por el frío…pero con sus cuerpos completos,
y quizás por esto, mirando casi hipnotizados hacia mis pies,
miré distraída como si no me preocupara,
y al verlos, me sorprendí, pero la verdad no demasiado pues ya me lo esperaba.
Los cuentos de las viejas del pueblo sonaban en mi cabeza como campanas desafinadas:
-Cuando la lava te quema te transformas en roca, y una vez roca, roca serás-.
Y bueno, así, desde ese día llevé dos rocas por pies,
y siempre se me hizo tarde para escapar.
“Se me hacía tarde, ya me iba,
siempre se hace tarde en la ciudad,
cuando me di cuenta estaba vivo,
vivo para siempre, de verdad”.
Fito Páez, -A rodar mi vida-
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