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Inicio / Cuenteros Locales / RainGoblin_kagl / EL DUENDE DE LA LLUVIA (PARTE I)

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LOS BOSQUES DEL ASOMBRO era un lugar misterioso al sur del reino de Civilia, los aldeanos no se internaban allì, ya que contaban los ancianos, que en esos bosques habìan fantasmas de guerreros làstimados, hechizeras de magia blanca y negra, hadas màgicas, duendes, y demonios.

Un día que pasaba por el pueblo, descansé en una posada muy humilde. Al escuchar todas las historias de los aldeanos, cuando tomaban sus sopas, me quede atento mientras el dueño de la posada preparaba el cuarto donde me hospedarìa.


La historia que más me interesó, fue la de un pequeño duendecillo, al quien lo llamaban EL DUENDECILLO DE LA LLUVIA. Al sentarme en la mesa, antes de que me sirvieran la cena, le pregunté a un anciano, que poseía una fascinante forma de contar estos relatos. Con voz indiferente me contesto lo siguiente: ¡Muchacho, no sabes que la curiosidad mató al gato!, al decirme esta frase todos los demás empezaron a reírse de mí, pero al final, decidió contarme cualquier historia que yo le pidiera. ¡Bien por mí! pensé, sin saber que le tenía que pagar para que asi fuese.

Al sacar de mi bolsillo, que traía bien guardado en mi bota; saque dos denarios, como me lo había pedido aquel viejo, ¡entonces que historia quieres que te diga! me contestó.¿ Quiero que me cuente, esa historia del DUENDECILLO DE LA LLUVIA?. Tus deseos son ordenes, jovencito aventurero contestó sarcasticamente aquel anciano, mientras los demás también ponían atención a lo que iba a decir.

Todo Empezó hace varios años, por estos lugares, si más bien sé, éste duendecillo fue como una clase de escudero; era muy fiel ante su amo y señor LORD FHERNARD, pero FHERNARD lo dejó abandonado en el camino de LINAGORN, muy cerca de los BOSQUES DEL ASOMBRO; y la verdad ya no recuerdo que más continua con la historia de éste joven; ¿Cómo dice, señor?, pregunté. Tú me pediste que te contara historia, y ya te la conté que más quieres, me respondió.

Mientras todos se burlaban, de lo tonto que fuí al pagarle a ese viejo; una anciana misteriosa, que estaba junto a una mesa del rincón de la posada exclamó:

¡ Plebeyos estúpidos, de que se ríen y porque cacarean como gallinas cobardes!

Al escuchar las palabras de aquella anciana, tan fatigantes y tan ciertas, muchos dejaron de reír. Me asombré al verla con prendas de seda, como si fuese una princesa, ó una reyna que había perdido todo su reino, me impresionó su forma de dirigirse a los demás y también porque junto a ella habían dos perros muy alertas, como para atacar cuándo ella lo ordenara.

Quedé cabeza abajo, al aceptar aquella burla por parte de los demás, me iba a levantar del lugar donde estaba, cuando con voz dominante me dijo:

¿A donde vas?, no te he dicho que te levantes; volví inmediatamente a sentarme, y más cuando esos dos perros me miraban intensamente. ¿Que haces aquí?, y para que preguntas cosas absurdas a la gente del pueblo. No ves que haces el rídiculo al querer sobornar a los viejos con tú asqueroso dinero, ¿por qué tanta curiosidad por esa historia?.

Con voz humillada y a la vez temblorosa contesté:
Mi señora, no quise molestarla con mi forma de actuar; solo querìa escuchar la leyenda de este mágico individuo; pero si a usted mi señora, le molesta mi presencia, con gusto me retiraré de su noble presencia.

Al escucharme, quedó pensativa y me dijo:

¡Ven, yo te contaré toda esta historia!, a cambio quiero que pidas el mejor estofado de la posada para mi, a la vez, quiero comer del mejor manjar que el panadero tenga recien horneado.

Yo no tenía otra opción, si decía que no, enfurecería y me imagino que esos dos grandes perros se lanzarían contra mí y me despedasarían, al final, terminé aceptando.

Solo recuerdo que aquella anciana comía como si nunca hubiese comido, pero a la vez lo hacía con delicadesa y buenos modales, aquellos perros siempre listos, esperaban parte de esa comida, y con razón porque esos perros parecían como dos fuertes guerreros al servicio de su reyna. Al terminar, agarró la servilleta para limpierza la boca, tomó dos sorbos de vino y exclamo: ¡Estoy satisfecha!, luego pasó la mitad del estofado a sus dos perros y lo devoraron rapidamente, que al verlos me quedé mudo, sin ganas de comer más.

Eran las ocho de la noche y los demás aldeanos que estaban en la posada se retiraban, claro ya iban a cerrar el lugar, y me dije a mi mismo: ¡otra vez me timaron!, desepcionado, le dije a la anciana misteriosa: ¡Buen provecho!, mi señora, creo que me tengo que ir a dormir.

¿Que acaso no quieres oir lo que te tengo que decir? me contestó; emocionadamente, mis oidos se transformaron como pluma y tinta para escribir lo que ella me iba a contar, porque desde mi intuición, algo me decía que aquella dama tan refinada, de apariencia vieja y misteriosa, era parte de esa historia que yo quería escuchar.


Texto agregado el 21-04-2007, y leído por 1105 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
15-05-2007 muy bueno... felicitaciones _CUBANITO
09-05-2007 Eres perfecto para dejarnos intrigados pues sabrás que a más de uno ya nos tienes nerviosos esperando el final de esta historia. mil besos mágicos mi bello cuentero. hadaa
04-05-2007 Mis mil estrellas para tí. miedoso
04-05-2007 excelente, me gustó leerte, bonita historia y pienso que muy bien narrada.Mis felicitaciones.******* Raiandoelsol
23-04-2007 Fascinante e interesante. Estaré esperando la continuación. Bien! yetsenia123
 
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