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CÓNDORES ROJOS

Cristaldo no sabía qué hacer realmente, estaba completamente desconcertado aquella tibia mañana de invierno; no obstante, pocos segundos después de aquel momento de incertidumbre, desechó esos pensamientos desalentadores con una fuerte sacudida de su casi rapada cabeza. “No puedo flaquear ahora. Eso representaría la derrota definitiva de las tropas. Debo seguir firme como de costumbre…que nadie me vea titubear un solo instante. Todos seguirán viendo al Gran Simio Moy (hay que aclarar que Moy es una abreviatura formada a partir de la expresión “Muerte hOY”), y los enemigos…bueno, que pongan pies en polvorosa porque lo que les va a caer encima empequeñecerá los desastres de Necroshima y Matasaki después de que se plantaran allí los gigantescos hongos radiactivos”, tal fue la fatídica reflexión del moderno führer altivorricano.

Mientras el seboso cóndor gris bajaba de la pequeña colina desde donde contemplaba con enigmático rostro la inmensidad de su gran palacio verde, su esmeraldífero hogar que tenía por techo los brazos y dedos de los ciclópeos y robustos ciudadanos vegetales, casi toda la población de Condorbia se preparaba para celebrar un aniversario más de sus Fiestas Patrias. El día 9 de abril era la fecha más esperada por los grandes jerifaltes condorbianos, no en vano se invertían muchos millones de cafres (cafre: fuerte moneda nacional en la nación del águila calva con barbita de chivo, equivalente a tres mil litros de sangre; la sangre es la moneda oficial de Condorbia) en la celebración de la fecha que marcó la independencia absoluta de la antigua colonia melopea (Melopa está ubicada al otro lado del Gran Lago Salado, conocido con el nombre de Océano Diamantino). Los condorbianos no hubiesen estado tan tranquilos si hubiesen podido conocer de cerca los lúgubres pensamientos y deseos del Simio Moy.

El día 9 de abril amaneció con una temperatura tan cálida y agradable como acostarse desnudo sobre la superficie de la Antártida, luego de haberse cobijado con una fina tela de seda mojada en agua salada. En la capital de Condorbia, Descresté de Muereyá, una vez que el infalible reloj de agua marcó las ocho de la mañana, comenzó el variopinto desfile de las tropas y manadas, las bestias y demás animales iban en grupos clasificados por el tipo de alimento que consumían a diario o de acuerdo con las técnicas empleadas para capturar a sus presas: insectívoros, herbívoros, carnívoros y necrófagos, fitófagos…hasta llegar a los más amables representantes de la fauna condorbiana: los elegantes hematófagos y los descuartizadores artilleros (los cóndores enanos).

Los cóndores enanos eran conocidos en toda Condorbia como los más terribles enemigos en combates cuerpo a cuerpo, en combate aéreo, y, para completar el cuadro, se habían entrenado como “crestas blancas” y con frecuencia llevaban a cabo tareas propias de un kamikaze; por tal razón, los cóndores enanos eran quienes gobernaban la nación condorbiana, claro, oficialmente las riendas del poder estaban en las alas del más sutil y sanguinario de todos los chapetones enanos: Acribille Ahora Pregunte Después (AAPD).
El rutinario desfile se prolongó hasta aproximadamente la una de la tarde. Nada extraño había ocurrido durante el desarrollo del prosopopéyico acto; sin embargo, cuando ya las tropas y manadas de idealistas, que pensaban que estaban bien gobernados sólo por la magnitud del gran acto cívico anual, se disponían para retornar a sus madrigueras o hábitats artificiales de origen tuvo lugar la primera explosión, y escasos segundos después se produjo la segunda explosión, la cual fue más fuerte y horrísona que la primera. Las Torres Madres, dos gigantescos y frondosos árboles rodeados por dos plazoletas donde se celebraban los grandes encuentros entre diplomáticos de todas las naciones feroces y de las pacíficas manadas de tontuelos, se tambalearon por los impactos recibidos y luego fueron cayendo presas de las llamas.

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El gran Simio Moy había convocado a todos los cóndores grises que anidaban en todos los rincones de Condorbia para una asamblea extraordinaria. Nadie se explicaba las razones para tan tajante citación: “Que no falte ninguno de los animales de mando medio o alguno de los cóndores sebosos”; además, tampoco se daba a conocer el motivo en las tarjetas de invitación dibujadas en el cielo gris azulado o por intermedio de los picodifusores. Bueno, ahí estaban esperando la llegada del gran Simio Moy, cuando este hizo su vuelo triunfal y se posó en lo alto del domo de la Gran Roca Negra. Una vez ahí, desplegó sus descomunales alas para que todos viesen cuan fuertes eran y para que contemplasen y admirasen el par de plumas rojas que tenía en cada ala. El gran Simio Moy (conocido con ese apelativo por su enorme corpulencia y por imitar los movimientos simiescos cuando estaba posado en tierra o al momento de caminar, aunque fuesen cortos trayectos) se dirigió a los presentes con estentóreos graznidos: “Llegó la hora de la verdad. Vamos a demostrarle a los engreídos cóndores enanos no sólo quiénes somos, sino también que reciban una dolorosa lección: derribaremos las Torres Madres y regalemos, sin discriminar a nadie, boletos para los agradables tours exequiales; de esta forma, destruimos el símbolo y corazón de negocios y acuerdos de los cóndores enanos, regalamos el descanso eterno a muchos animales que diariamente se quejan de su suerte; después de esto nos prepararemos en absoluto secreto para destruir el Pantano Gone”. El gran Simio Moy hizo un breve paréntesis y cerró su discurso con los siguientes graznidos: “Antes de retirarse a sus respectivas madrigueras o campos de caza, cada quien debe tomar un paquete biológico donde van cifradas las ordenes subsiguientes y las instrucciones detalladas para llevar a cabo la Operación Torres Madres. La fecha inaplazable para esta operación es el día 9 de abril. Ahora, os podéis retirar, sin olvidar que al animal, grupo o manada que logre dar de baja al cóndor enano AAPD se le concederán treinta crepúsculos de permisos con todos los favores incluidos. Es todo por hoy, estimados hermanos, primos, amigos y camaradas”. Dicho esto, el gran Simio Moy desplegó vuelo con sus poderosas alas, provocando, prácticamente, el inicio de un tornado.

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Los gritos y las lamentaciones se escuchaban por doquier, y en medio de toda la barahúnda se escuchó la aguda voz de AAPD dando órdenes precisas: “Repelan el ataque…todo animal o cualquier cosa que se mueva en forma sospechosa liquídenla de inmediato. Sólo si es fácil capturar a alguien importante, solamente uno…Repito, una sola captura si es posible…no quiero escuchar que el número de capturas aumente, en el informe sólo quiero ver cifras de las bajas infringidas a esos desquiciados”. La voz del más diminuto de todos los cóndores enanos seguía impartiendo órdenes, como si no le importasen las víctimas que se producían a lado y lado; para él sólo importaba barrer por completo a los animales rebeldes, sin tener en cuenta si habían ingresado voluntariamente o por la fuerza a las hordas rebeldes; en fin, para AAPD, solamente revestía importancia deshacerse de cuanto enemigo osase oponerse a sus megalómanos deseos. No en vano AAPD pretendía convertirse en el primer cóndor enano en perpetuarse en el poder, luego de haber sido elegido por consenso generalizado entre todas las especies vivas que habitaban Condorbia.

Por el contrario, Moy quería llegar al poder supremo mediante los ataques sorpresivos, la coacción, las amenazas veladas y, particularmente, mediante los besos que obtenían sus seguidores, tales besos eran producto de la actividad del marcotráfico o tráfico de la palma amarga que, en la región, era conocida con el nombre de Palma Marca. En el fondo, estos dos seres (AAPD y MOY) sólo se diferenciaban por su forma de actuar; mientras AAPD quería que todo pareciese legal a los ojos de los grupos y/o manadas de animales oriundas de (o residentes en) Condorbia, MOY utilizaba la fuerza bruta; no obstante, la finalidad era la misma: dominar a todos los condorbianos para explotar las riquezas naturales y gastar en beneficio propio todos los recursos que se generasen o llegasen a la nación perrocrática más antigua de toda la gran isla llamada Altiva Rica.

Fueron vanos los intentos de los miembros de los zoológicos legales, los que sobrevivieron a los tiernos saludos de los seguidores del Simio Moy, por capturar vivo a un felón gris, quien más quien menos estaba lo suficientemente entrenado como para representar un peligro de muerte el sólo hecho de intentar capturarlo con vida. No hubo más salida que eliminar a cuanto sospechoso se pusiese en las miras de las armas esgrimidas por los condorcillos; se cumplieron a rajatabla las órdenes de AAPD, ya que él prefería mil inocentes muertos que ser víctima del exceso de confianza, lo cual podría significar la destrucción total de sus tropas de protección, una merma importante de su poder como gobernante e, incluso, su muerte física. Definitivamente, era preferible que muriesen miles de seres inocentes, si de esa forma se podían eliminar, de paso, dos o tres maniacos opositores.

La vista de las dos plazoletas y de los restos calcinados de las Torres Madres era desoladora para cualquier animal que se preciase de tener tan sólo un gramo de masa encefálica; empero, AAPD únicamente tenía en mente una idea fija: “Este desastre me puede ayudar mucho en mis aspiraciones de continuar en el poder. Ahora mismo, voy a declarar la guerra definitiva contra los enemigos del progreso y de la convivencia pacífica; incluso, podré echar mano de las riquezas reservadas sin ninguna restricción; todo será por el bien de mi pueblo que no desea que se prolongue por siempre esta guerra sin sentido y que, por supuesto, espera que se le ponga punto final a todo este horror de una vez por todas. MMMMmmm, definitivamente, mis enemigos me han dado los argumentos para seguir gobernando en esta tierra de idiotas. Ja…bien lo dice un viejo refrán popular, ‘En el país de los ciegos, el tuerto es el rey indiscutible’”.

Entre las arengas en contra de los zoo terroristas y discursos a favor de la continuidad de AAPD en el poder, como único animal capacitado para derrotar a todos los enemigos del bienestar común, los días fueron pasando rápidamente, hasta que se tornaron fastidiosas las peroratas gubernamentales en la búsqueda constante de la aprobación de su “técnica antiterrorista”, la cual consistía en atacar al enemigo en todos los escondrijos que pudiesen servirle de refugio. Él quería carta blanca para actuar a sus anchas, bueno, dar órdenes a sus anchas, porque él no esgrimía armas físicas de ningún tipo, para eso estaban sus fuerzas de seguridad, así siempre mantendría sus manos inmaculadas, pulcras y transparentes como las aguas del Río Trampas, el cual parecía un caudaloso torrente de petróleo de tan contaminado estaba.

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Todo transcurría en completa calma en el “país del sangrado corazón del zorro chucho”. Solamente los radiorreceptores y los pregoneros callejeros interrumpían la tranquilidad en Condorbia. Los radiorreceptores (murciélagos con radares auditivos altamente desarrollados) prácticamente se morían de aburrimiento, ya que no habían podido captar nada que pudiese significar alarma para los condorbianos. Esto los llevó a idearse una estrategia para granjearse la simpatía de AAPD y del Águila Calva con barbita de chivo, porque ya no era secreto que el gigantesco pigmeo que gobernaba en Condorbia obedecía sin chistar las tajantes órdenes del Reino del Águila Calva con barbita de chivo, en lo concerniente a combatir a todos los enemigos de la perrocracia, porque en caso contrario, le cobrarían caras sus andanzas del pasado y algunas actuales.

En los días subsiguientes, aproximadamente un mes después del sorpresivo ataque que culminó con la destrucción de las Torres Madres y de las Plazoletas de la Paz y la Convivencia, se desató la más grande ofensiva contra el terrorismo en toda Condorbia: órdenes de arresto contra sospechosos de ser colaboradores, de menor categoría, de las hordas del Simio Moy; masacres, desapariciones forzadas, desalojos masivos de los pacíficos recolectores de semillas o de frutífagos…”Hay que lavar con sangre y muerte el honor de los cóndores enanos”, esa había sido la consigna impartida por AAPD a sus inmediatos súbditos, aunque para la gran masa animal sólo sería una avanzada para restaurar el orden constitucional y legal en Condorbia.

La onda expansiva de los latidos del corazón retaliador tuvo ecos discordantes hasta en las naciones vecinas, hasta tal punto que muchos de los gemelos gobernantes de AAPD elevaron protestas formales al gobierno del ciclópeo cóndor enano; por ejemplo, el oso gris que gobierna en la vecina nación de Rayuela, conocido como No Me Laven con Agua Fría, dijo que no se podía usar el sofisma de la lucha contra el terrorismo para violar las fronteras de las naciones vecinas y hermanas, y que si esas actividades se prolongaban, él , personalmente, tomaría cartas en el asunto, pero que nadie pisaría su territorio ni su honor de gran oso gris; por su parte, la Cacatúa de la Bulla, soberana del vasto Imperio del Paujil (paují), se rasgó las plumas, alegando que en su país no se daba albergue a terroristas ni a marcotraficantes; el zancudo Patán que tiene bajo sus patas y su sutil aguijón las tierras del Ñandú se expresó así: “Yo, como fiel colaborador y defensor del orden y la soberanía de los pueblos defenderé a mi país contra cualquier invasión extranjera; sin embargo, estoy dispuesto a colaborar para derrotar el terrorismo y la corrupción en todos sus frentes”. El pequeño jaguar Timador que gobierna en las tierras del oaxim (hoazín) y del tigre descuartizador declaró: “Sea quien sea…todo aquel que entre sin permiso oficial a este país será combatido sin cuartel. Aquí no albergamos terroristas. Búsquenlos en otra parte”. En la gran nación de Muerte a Ya, no se produjeron declaraciones ni a favor ni en contra, solamente manifestaron que “mantendrían la calma y la prudencia hasta donde fuese posible”.

En cambio, un vecino aún más lejano, Lebrel Antro, vociferó a los cuatro vientos que “todo aquel que se prestase a las patrañas que se encubrían como lucha contra el terrorismo no pasaba de ser un idiota servil, un papagayo bufón a las órdenes del gran Águila Calva con barbita de chivo”. A lo mejor, el estallido del gran profeta de los pobres absolutos se debía a que casi siempre lo acusaban de brindar apoyo y asilo a todos los animales rebeldes del mundo, siempre y cuando mostraran con hechos que eran enemigos declarados del aguilucho calvo; o, tal vez, porque nadie olvidaba el origen del nombrecito de esa nación pielagorricana: Tumba. El nombre se debía a que en ese lugar era fácil morir por oponerse al régimen de Lebrel Antro o debido al hambre, ya que todos los víveres existentes en ese promontorio diamantino tenían como destino las despensas de los animales leales a Lebrel Antro y para que éste, a su vez, tuviese suficientes raciones para llenar los buches de sus invitados extranjeros.

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Los enfrentamientos continuaron en toda Condorbia. Las muertes eran el pan de cada día en esa gran selva altivorricana, lo extraño era que hubiese un día sin que se hablase del hallazgo de cadáveres abandonados en cualquier parte. Así transcurría la candente calma en Condorbia hasta que se escuchó la noticia: “Por fin acabaron estos enfrentamientos fraticidas, ya no queda ni un solo reducto de los cóndores grises y sus aliados, incluso el gran Simio Moy cayó en combate”. La noticia, como era de esperar, hizo inflar más de una caja torácica para que luego se dispararan los suspiros de alivio total, los cuales resonaron como petardos de miles de kilotones a lo largo y ancho del territorio condorbiano.

Lo que nadie imaginaba era que el gran Simio Moy, con un grueso número de sus más allegados y fieles servidores estaba refugiado en una nación hermana, disfrutando de las riquezas que había acumulado durante toda su carrera delictiva. Por su parte, AAPD graznaba triunfante por todos los medios de difusión oficiales de Condorbia: “Por fin hemos derrotado el terrorismo. Condorbianos, todos ustedes deben prepararse para disfrutar de la prosperidad y la gloria económica que se avecina. Todos seremos beneficiarios de esta gran victoria; a partir de este momento, todos seremos responsables de mantener nuestra sociedad en paz, todos debemos luchar para que nada altere la convivencia pacífica que siempre caracterizó a esta gran nación; por último, todos debemos ponernos el dril para sacar adelante nuestra economía. A trabajar todos, aquí no habrá lugar para zánganos. Trabajando juntos, haremos de esta nación la más poderosa de todas las que existen en este planeta”. AAPD, con una indescifrable sonrisa, terminó su triunfal discurso de turno con esta frase: “Orgulloso me siento de ser condorbiano, pero sobre todo de ser un cóndor enano”. “De esto, tendrán noticias dentro de poco, estúpidos”, claro, esto último no salió del pico de AAPD, tan sólo fue un pensamiento que nada bueno auguraba para Condorbia, pero, desafortunadamente, nadie en absoluto podía leer en el interior de la mente del más grande depredador de todos los tiempos en la humilde nación condorbiana. Aparentemente, se avecinaba un futuro promisorio, lo que no sabían los condorbianos era si todos saldrían beneficiados o todos tendrían que pagar cara su victoria.



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Los 36 meses siguientes fueron de relativa calma en Condorbia. Nada alteraba la paz en este paraíso infernal. Excepto por algunos graznidos, rugidos, mugidos, cacareos…de protesta por el desmonte de algunos beneficios zoociales o colectivos a que tenían derecho la mayoría de los condorbianos por algún servicio prestado a la gran nación, Condorbia daba la impresión de haberse convertido en el modelo de zoociedad ideal o idealizada, según los parámetros de Tomás Moro en su genial obra “Utopía”.

Sin embargo, como para ratificar lo que dijese el gran Darío Gómez en la letra de una de sus canciones más conocidas y populares…”Nadie es eterno en el mundo…ni teniendo un corazón…” o como dirían en otros lares, especialmente al Norte de Condorbia: “No hay polvo que dure cien años…ni pulmones que lo resistan” o “Todo en la vida se acaba…la pompa y la vanidad…lo único que no se acaba son las ganas de batallar…)”, se quebró el frágil espejo donde los condorbianos veían reflejadas todas sus esperanzas, sus anhelos, sus sueños…sus ideales de nación próspera y pacífica. La corrupción campeaba a sus anchas en todas las organizaciones oficiales, aunque el pequeño mastodonte dijese que sólo se trataba de injurias y calumnias para resquebrajar su imagen y deteriorar su popularidad, ya que sus adversarios perrocráticos no soportaban que él se hubiese granjeado la confianza de su pueblo, gracias a la excelentísima gestión de gobierno que había llevado a cabo con lujo de detalles.

Las manifestaciones públicas, de protesta por la congelación de los “devengados (retribución por trabajo u oficio cumplidos)”, por los masivos despidos o recortes de la fauna pública, por los altos costos por servicios fauno fundamentales…pusieron de presente que AAPD no era ni el gran mecenas condorbiano ni el sabio filántropo que aparentaba ser, solamente era uno más dentro del cuadro de honor de la fauna carroñera, solo era un buitre humanizado que, a pesar de todo, quería seguir aparentando una pureza de raza.

Por supuesto, los planes secretos para equilibrar de nuevo la imagen del nauseabundo cóndor enano no se hicieron esperar. Los asesores más cercanos a la pequeña hiena alada le recomendaron que, sin ninguna dilación, le diese prioridad a la creación y puesta en marcha de dos programas zoociales fundamentales para apaciguar los alterados ánimos de la fauna común de Condorbia: los Centros de Gerocultura y el programa COACCIÓN (CÓndores en ACCIÓN); esto no sólo retornaría la popularidad de AAPD, sino que significaría su victoria indiscutible en la próxima gran encuesta animal, donde se elegiría, por un período de 8 años más, al nuevo mandatario de los condorbianos.

Los Centros de Gerocultura eran albergues geriátricos para cuidar y brindar alimentación y terapias sicológicas a los animales, que hacía mucho tiempo, habían cruzado la línea que separaba la juventud de la senilidad. En tanto que el Programa COACCIÓN era el programa bandera del gobierno de AAPD; éste consistía en la recolección y distribución, aparentemente gratuita, de víveres (semillas, hojas, cortezas vegetales, exoesqueletos de tortugas y otros animales acorazados, raíces, gusanitos…) y/o unas cuantas gotitas de la savia eterna, la cual, según los investigadores empíricos del Reino Animal, no sólo era sinónimo de vitalidad sexual, sino también de longevidad.

No se equivocaron los coyotes asesores de AAPD ni los delegados secretos que llegaron procedentes del reino del Águila Calva con barbita de chivo, la victoria de éste sobre sus más fuertes contrincantes, el noble búfalo Panza Muerta y el gallardo e intelectual búho Pura Birria, fue aplastante e indiscutible.

La celebración por parte de los seguidores del diminuto cóndor tiranuelo fue más sonora que en la gran encuesta anterior. Con esto pretendían demostrar al resto de animales que había cóndor enano para mucho rato y que nada ni nadie, si los cóndores enanos se lo proponían, les iba a arrebatar el poder que limpiamente habían obtenido en la primera ocasión y que, luego, había sido ratificado en la última gran encuesta animal.

Las actividades en la Gran Casa Ánima- alimentaria no daban tregua, los animales que formaban parte del gran Consejo Animal prácticamente no tenían descanso, bueno algunos de ellos, porque había otros que sólo se limitaban a cobrar su tributo mensual sin asistir a las sesiones del Gran Consejo Animal o, simplemente, asistían y, después de certificar que sí habían llegado a la hora fijada, se largaban con viento fresco…a ellos y ellas, sólo les interesaba cobrar y nada más. El pensamiento más común a todos los ausentistas era: “Los problemas son para otros; otros deben crearlos y otros, distintos, quienes deben buscarles solución. Nosotros nos limitaremos a respaldar cuanta propuesta hagan los representantes de AAPD, siempre y cuando nos paguen cierto tributo por el favorcillo. Eso y no más”.

Con la torrencial aprobación y reglamentación de leyes y decretos- leyes o decretos reglamentarios, de reformas constantes a la Gran Carta Animal (la cual era o debía ser la brújula obligada para regir los destinos de esta magnífica nación), las reformas a los fundamentos económicos…pusieron al descubierto cuáles eran las intenciones del gran cóndor enano: asfixiar a los condorbianos para que la gran mayoría de los animales muriese de hambre o transferir el poder o mando de la economía, en general, a los dingos citadinos; la idea central de todo aquello era que su gobierno no gastase un solo recurso material a favor de su “querido pueblo”; solamente se harían inversiones cuando fuese necesario amainar las tormentas de inconformidad por parte de la magna ciudadanía animal.

Los recortes presupuestales hechos por el gobierno animal central afectaron a todos los estratos zoociales de la gran familia animal que habitaba en Condorbia. Tal fue la presión económica y social sobre los condorbianos que se colmó la paciencia de los pacíficos, cultos y nobles animales instructores; estos decidieron convocar a los altos jerarcas de los Consejos Zoolaborales para hacer frente a la arremetida de AAPD y sus secuaces, la cual sólo podía significar una cosa: “Minar lenta e inexorablemente la voluntad de los condorbianos para que, en un futuro cercano, a nadie le quedasen ni ganas ni energías para oponerse a los decisiones del virulento cóndor enano”.

A la convocatoria hecha por ZOODEC (Asociación de Animales Doctores y Capacitados para Educar a los Condorbianos) asistieron delegados o representantes de los consejos Zoolaborales; allí, había representación de la OZU (Organización de Animales Trabajadores Unificados), TUC (Tucanes Unidos para la Confrontación), CSA (Confederación Suprema de Animales), CIAT (Confederación Internacional de Animales Trabajadores), ZOOTRAMALECÓM (Agrupación General de Trabajadores de las Comunicaciones en Condorbia) y muchas otras agrupaciones o consejos regionales que aglutinaban, en sus respectivas localidades, a millares de animales dedicados a desempeñar un arte, un trabajo, un oficio, una tarea…

El primer gran revés sufrido por AAPD y sus absurdas reformas sociales, políticas y económicas no se hizo esperar. La campaña tesonera, agotadora e indoblegable de ZOODEC en contra de la nefasta voluntad del cóndor mandatario dio los frutos esperados. La primera gran reforma planteada y defendida por AAPD y su camarilla de batracios (como la “Tabla de salvación para Condorbia” ya que tenía como finalidad congelar, por seis años, la devengación mensual de los condorbianos que trabajaban en entidades de prestación de servicios comunitarios y servicios generales pagados por la Cóndor Nación; luego, como medida complementaria, para rematar la faena taurina, vendrían los despidos masivos, la privatización de todas las praderas y clubes de recreación de carácter público. La patraña estaba sustentada y justificada bajo el lema de “Todos con la UV…para salvar a Condorbia del gran seísmo o sismo social total” -UV, según sus ideólogos y creadores, significa Unión por la Vida; aunque para sus opositores solamente significa Ultra Vandalismo) sufrió un fuerte revés en la gran encuesta animal que debía arrojar irremisiblemente la victoria de AAPD y sus malévolas ideas. A partir de ese momento se declaró una encarnizada lucha ideológica y social entre AAPD y sus batracios asesores y ZOODEC. El purulento cóndor enano entendió de una vez por todas que si quería seguir imponiendo su voluntad en el Valle de los Cóndores tendría que derrotar, demoler, destruir para siempre a ZOODEC.

Las diatribas y los vilipendios contra los nobles representantes de ZOODEC se hicieron más frecuentes y mucho más agresivos; aunque muchos aseguraban no saber la procedencia exacta de los demoledores ataques, casi todas las manadas o especies de animales calladamente apuntaban sus pensamientos hacia el misérrimo y megalómano cóndor enano y sus felones seguidores; claro está, nadie se atrevía a abrir el pico o sacar su luengo apéndice oral para expresarlo abiertamente. Todos los mamíferos, los plumíferos y demás preferían guardar un silencio sepulcral para evitar recibir invitaciones irrechazables para subirse al velocísimo tren de “tours exequiales”.

Los representantes del Gran Consejo de Sabios Populares, todos miembros de ZOODEC, se inquietaron bastante por la falta de garantías zoo constitucionales para ejercer la oposición frente a gobiernos totalitaristas, azoócratas y condictatoriales; no obstante, ZOODEC, casi por unanimidad, decidió seguir en la confrontación política e intelectual, esgrimiendo, como únicas armas, la experiencia y la sabiduría, al estilo del gran Mohandas Karamchand (llamado el Mahatma GANDHI, apóstol nacional y religioso de la India; Porbandar 1869-Delhi 1948), quien impulso, defendió y lideró en su país la “Doctrina de la no violencia”; éste sólo hizo uso de su profunda sabiduría para luchar contra el despiadado régimen británico que reinaba en esa época, y no cejó en su lucha hasta haber conseguido la Independencia de la India, a pesar de haber sido agredido física y verbalmente e, incluso, encarcelado varias veces.

ZOODEC llegaba siempre a las plazas públicas con propuestas razoonables que consultaban, zoocializaban y/o compartían siempre con la gran masa animal. En ZOODEC había especímenes especializados en Derecho Civil Animal, en Artes Gráficas y Publicidad, en Economía Animal General, en Docencia Zoológica y en muchos otros campos del conocimiento animal; todos dispuestos a sacrificar parte de su tiempo y, en ocasiones, sus vidas a favor de la preparación y formación intelectual de las nuevas generaciones de animales, sin distingo de raza, especie, fuerza bruta, color de plumas o de pelaje…

Por supuesto, nada de lo anterior le interesaba al cóndor flatulento ni a sus babosos consejeros ni a sus salamandras de alcantarillas. “Un pueblo intelectualmente preparado no es el mejor suelo para que germinen, se desarrollen y produzcan frutos de rentabilidad los intereses e ideas sectarias de los cóndores enanos”, ese era el pensamiento de AAPD y sus mefistofélicos duendecillos; por eso y por mucho más, el condorcillo de virulento pico dorado no podía permitir que los miembros de ZOODEC continuasen su agresiva campaña y batalla intelectual en contra de las políticas de gobierno de los honorables y nauseabundos cóndores enanos.

Se arreciaron los atentados contra todo animal intelectualmente preparado que, por cosas de la vida, no fuese adepto o partidario de la impactante rapiña del Zoo Gobierno Central. Tras esta violenta ola de desapariciones de nobles e intelectuales animales que luchaban por el bienestar de toda la masa animal popular, vino una tensa calma, ya que los canes y jabalíes destrozadores al servicio de AAPD se vieron obligados a tomarse un descanso para evitar el estallido de la Gran Revuelta Animal que daría al traste con el andamiaje de latrocinios, de zoo homicidios, de despilfarro indiscriminado de los miembros del honorable y respetable gobierno. Para los zoolegionarios de AAPD, HONOR significa: defender, por cualquier medio, las nefastas y pútridas ideas de los cóndores enanos. RESPETO: temor que evita que la masa animal popular se revele contra el gobierno central; este temor, que no quepa duda alguna, es producto de desapariciones masivas de líderes opositores al gobierno central y de zoocidios, lo cual incluía exterminio total de una o más especies de animales cuyo único delito fue “no haber nacido con las características propias de los cóndores enanos o, por lo menos, con alguna afinidad genética con esta especie arpía”; y que disculpen las arpías o sus descendientes porque una sola de ellas es más valiosa que todos los cóndores enanos juntos.

Luego de tanto esperar, llegó el Gran Día para todos los animales que solamente aspiraban a vivir en paz, en armonía con otras especies y con la madre naturaleza misma: AAPD, convencido de que derrotaría limpiamente a cualquier opositor, convocó a todos los animales oriundos de Condorbia y residentes con derechos políticos reconocidos en Condorbia a votar en la Gran Encuesta Animal. Por medio de ella, se decidiría el futuro de Condorbia: o se perpetuaba AAPD en el poder o la gran masa animal quedaría libre de semejante alimaña; AAPD era un condorcillo por el cual hasta las insensibles hienas sentían asco, y de seguro, en caso de encontrar los zoo despojos de éste, preferirían morir de hambre o convertirse en herbívoras en lugar de intoxicarse por comerse el cadáver de AAPD o de alguno de sus fieles y raposos seguidores.

La Gran Encuesta Animal transcurrió sin contratiempo alguno. AAPD celebraba por anticipado su rotundo triunfo; sin embargo, cuando se conocieron los primeros resultados, su faz se congestionó tanto que daba la impresión de ser un condorcillo momificado; empero, lo peor para él y sus aberrantes fanáticos y fieles servidores aún estaba por llegar. La derrota de AAPD fue rotunda e indiscutible; esto significaba que debía dejar de inmediato el poder, pero lo que le más le disgustó fue saber que, en forma paralela, se había celebrado una segunda encuesta, la cual fue más demoledora para él: “no sólo debía dejar el poder, sin los acostumbrados trámites de empalme con el nuevo gobernante, sino que se le condenaba a vivir para siempre en la oscura selva blanca”. La oscura selva blanca era el paraje más temido por todos los animales de Condorbia y de todas las criaturas con un gramo de masa encefálica en el interior de sus cabezas; en ese acogedor lugar, la niebla era tan blanca y tan espesa que el alcance visual se limitaba a escasos dos centímetros de distancia, es decir, era de una blancura espesa que sumía a cualquier planetario vivo en la más profunda oscuridad; además, como si esto fuese poco, enigmáticos seres (aunque algunas especies de animales aseguraban que eran extrañas luces) absorbían lenta y dolorosamente la energía vital de cualquier organismo vivo que por desgracia cayese en ese blanco paraíso. De otra parte, había quienes aseguraban que no sólo le absorbían la energía vital lenta y cuidadosamente, sino que le iban desgarrando los tejidos vivos de manera metódica para que nadie muriese de inmediato, para que sirviese como una micro despensa viva para los seres o las luces que nadie sabía a ciencia cierta de dónde procedían o si en verdad existían.

AAPD y sus fieles hordas se vieron obligados a cumplir con la tajante e inapelable decisión tomada por la masa animal popular tanto en la Gran Encuesta Animal Oficial como en la Segunda y Definitiva Encuesta promovida en secreto por ZOODEC. Aunque muchos eran partidarios del exterminio inmediato de todos los cóndores enanos y de sus más cercanos colaboradores, ZOODEC propuso el destierro como salida alterna para que AAPD y su caterva parasitaria no fuesen lapidados públicamente.


Justo cuando AAPD y sus allegados escorpiones carroñeros se dirigían hacia la oscura selva blanca, tuvieron un poco alentador encuentro. Moy, con todas sus cuadrillas de animales rebeldes, le esperaban en los auríferos bosques de Condorbia. Allí tuvo lugar la más cruenta batalla en toda la agitada historia de Condorbia. AAPD y MOY perecieron en el enfrentamiento, además de todos sus seguidores, según el informe oficial rendido por las lombrices exploradoras.

La paz se convirtió en el pan de cada día para los condorbianos. Casi nadie deseaba acordarse de los amargos días vividos durante los años de gobierno de los cóndores enanos, casi 800 años de martirios y privaciones. Todos los condorbianos salían felices día tras día a cumplir con sus actividades cotidianas; sin embargo, nadie o casi nadie le había prestado atención a un detalle aparentemente insignificante: entre los nuevos y prometedores líderes políticos de Condorbia había una parejita, hembra y macho, que tenían un leve fulgor rojizo en sus ojos; esto, por supuesto, era señal inequívoca de que genéticamente eran descendientes de los Cóndores Rojos. Los cóndores rojos se caracterizan por no dejar con vida a ningún animal distinto de su peculiar especie, o sea, matan a todo aquel que no tenga la patética herencia de esa cruenta especie. Lo que menos les importa a los cóndores rojos es su futuro como especie, después que ya no existan animales de otras especies a quienes maltratar y explotar y, por supuesto, devorar. Ellos sólo viven el ignominioso presente, ya que tampoco se preocupan por lo que ya pasó. “Vivir ahora”, ese es el lema de los cóndores rojos, porque el mañana es incierto.

Texto agregado el 21-04-2007, y leído por 293 visitantes. (0 votos)


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