ABUELO, VAMOS A HABLAR DE HOMBRE A HOMBRE
El día de San Valentín amaneció oscuro, el cielo tenía un tono gris metalizado. Parecía como si lloviera tristeza plomiza.
Sentado en su sillón preferido el abuelo recordaba otros tiempos, otros días de San Valentín en los que llovían los regalos de enamorados, pero este sería el primer año que ella faltaba a la cita, eso le dolía en lo más hondo. Una lágrima se le escapó furtiva para estrellarse contra el álbum de fotos que ojeaba minutos antes.
Cuando el reloj de péndulo de la sala marcaba las seis su nieto entró en casa reclamando su atención.
-Abuelo- le dijo muy serio- Vamos a hablar otra vez de hombre a hombre, como el otro día. Se refería al día en el que prefirió hablar con él en vez de jugar con un nuevo videojuego, tan de moda entere los niños de su edad. El abuelo se esforzó por camuflar su tristeza y regalarle a su nieto una gran sonrisa.
-Hoy el tema puede ser el tiempo ¿qué te parece, abuelo?
-Me parece muy bien. Empecemos diciendo que hoy todo el día ha hecho mal tiempo, malo para quien no queriéndose mojar se ha quedado más calado que una sopa y todo por no llevar paraguas. Hoy, si te fijas hasta se pueden ver nubes con caras largas de sufrimiento por no encontrar un lavabo libre…aunque también ha sido bueno para almacenar agua, también para las cosechas, y para que se limpie el ambiente, que buena falta le hace…
-No abuelo, no quería decir esa clase de tiempo. Además es muy fácil hablar del tiempo cuando ya ha pasado. Quiero hablar de los segundos, los minutos, el tiempo por pasar…
-¡Aaah! Tampoco te refieres a los recuerdos sino a ese tiempo que se alimenta de esperanzas, de sueños, de promesas, a ese que cuando haces algo que no te gusta, mediante un encantamiento juega a transformarse en caracol y se arrastra ante ti sin que puedas hacer nada para que corra más, o por el contrario, si haces algo que te gusta, se convierte en liebre y corre veloz sin detenerse hasta que sin darte ni cuenta has terminado de hacer lo que estabas haciendo. Te diré que una vez me puse delante de ese tiempo, un día que iba a hacer algo que me gustaba mucho y… ¿sabes lo que hizo? Pasó por entre mis piernas y salió corriendo. Como siempre, se me escapó.
-Ja, ja, ja, -Rió muy divertido el niño.- ¿De verdad lo viste?
-¿Qué si lo vi? Claro que lo vi, corrió como un galgo, y te diré algo más, otra vez también lo vi escondido tras mi despertador, haciéndose el distraído, como si con él no fuese la cosa, pero lo descubrí mirándome.
-Abuelo ¿Mirándote? ¿El tiempo tiene ojos?
-¿Qué si tiene ojos? ¿Tú no te has sentido observado alguna vez cuando estás solo?
-Si pero…
-Pues es el tiempo, el muy curioso…Siempre quiere saber qué hará la gente al segundo siguiente. Se alimenta de lo que ocurre.
-Abuelo, ¿quieres decir que si nada ocurriese, el tiempo no existiría?
-Exactamente. Para qué existir si nada pasa.
-¡Ah claro! Y por eso es tan curioso que nos vigila, ya entiendo- dijo el niño siguiendo con gran interés las explicaciones de su abuelo.
-¿Te puedes imaginar un lugar en el que nunca pasa nada, que por no pasar no pasa ni el tiempo? Eso es la nada absoluta, un lugar tan vacío, que de tan vacío que está, no existe.
-Abuelo, la nada sí existe.
-¿Sí? ¿La has visto? ¿Cómo lo has podido hacer si no existe? –El niño salió corriendo de la estancia y volvió con una consola en sus manos.-
-Mira abuelo, en este nuevo videojuego las personas han de combatir contra la nada. ¿Ves? tienes que ir plantando árboles, lo consigues apretando este botón, también tienes que ir mandando semillas a según qué lugares para que siembren campos antes de que la nada se alimente de la tierra seca. No te has de olvidar de ir dando abrazos a los necesitados… ¿Ves abuelo? apretando este botón consigues que….
El abuelo se puso sus gafas de ver cosas interesantes mientras una luz de esperanza parecía calentarle su viejo corazón.
-¿Me enseñas a jugar?- le dijo a su nieto- Tengo ganas de combatir a la nada.
-Claro- respondió- Mira, la consola se coge por aquí y tienes que apretar estos botones…
Esa noche el abuelo se fue a acostar más contento de lo que se levantó. Sin palabras le hizo saber a su mujer que la añoraba y amaba estuviese donde estuviese. Le confesó con alegría y satisfacción que en este mundo, aún, no está todo perdido.
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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ
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