Y ahí estabas...
Hice de todo para verte (aunque lo negué)
No importa la hora, ni el lugar.
De día... de tarde... La fusión de nuestros cuerpos es exacta en cualquier momento.
Inventé un escenario sin precisar el tiempo, ni reemplazos; rodeado de cuadros de ese pintor que te gusta, para hacer el amor frente a él (de otra manera... a tu manera)

Seis cojines...

Te ofrecí una copa y bebías, mientras yo deseaba ser vino. La rabia se me confundía con la ganas. "La cesta del pan" nos miraba (nos provocaba mucho mas)

...mezcla de amor y odio.
de placer y dolor,
de besos y divino maltrato
de sumisión y dominio,
de vaivén y miel y veneno.

No quería preámbulos, eran insultos al deseo. Comencé a desnudarme sin dejar de mirarte (niña buena en busca de castigo) Hiciste lo mismo.
Yo, entregada. Ardiendo de ganas por volver a ser mujer de mi mujer. Tú, seduciéndome... ¡siempre!
Te quité la copa y la estrellé con fuerza contra "Mi mujer desnuda..." cuerpo mojado, inundado. Lo quería así... ¡¡salvaje!!
"...me debes poco y mucho, nada y todo, me debes esto y vine a cobrar (al oido, con ese tono perfecto que enloquece)... ¡méteme la lengua!"
Soltaste un gemido que me respondió... "será un placer..."

Nos recibieron los cojines. Chupabas mis pezones al mismo tiempo (sólo tú sabes hacerlo). Cualquier momento era perfecto para acabar. Guié tus movimientos. Quería tu boca y tu lengua haciendo lo que quizá ya habían descubierto, pero me atrevo a imaginar que conmigo es único... es arte.
Se detuvo el mundo (como cada vez que me haces tuya)
Incontrolables contracciones, mis gemidos te decían que era asi... asi... justo ahí amor. Divina lengua... tu lengua, deleitándome con lamidas perfectas, exactas, desesperantes... y así me tenías. Quise ser ama y volví a ser esclava. Presa de tu lujuria. Esclava exigente que pedía mas... mas amor, mas dolor, mas de ti.

Jadeabas... ¡lo disfrutabas tanto! Sentí tus dedos entrar con fuerza. Eso te pertenecía. Todo te pertenece. Me besaste... esos ricos labios donde quedaron mis besos. Esos ricos besos que son delirio.
Cada empuje incrementaba el placer. Clavada en mi deseo, te complace verme asi...
"Te amo..." en medio de gemidos que ya eran gritos de satisfacción. No pude dejar de decirlo. Palabras presas encontrando libertad. Existió el cielo, lo tenía encima de mi amándome.

Existió el mar... (en medio de mis piernas)
Nuestra humedad, el cansancio, nuestro orgasmo (el mejor de los cuadros)... seguido de mi inevitable, inexplicable e incontrolable llanto...

Sólo un cojín...
No estaba el cielo, pero si el mar...

¿Quién es esa que vive con el sol?
...la verdadera muere cada noche como en aquella donde volvió y dejó de ser virgen en tus brazos... ("La persistencia de la memoria")