Un día borroso, como todos, un niño le preguntaba a su esquivo padre
Hijo: Padre, ¡Padre!..
Padre: ¿Que hijo mío?
Hijo: ¿Padre, porque no me dejas salir?
Padre: Porque ya es muy tarde y te puede pasar algo
Hijo: Pero si todos mi amigos están fuera, jugando y divirtiéndose, a ellos no les pasa nada, juegan y juegan, y mira, sus padres alegres de la vida viéndolos jugar, vamos Padre déjame ir
Padre: Te digo que no puedes, ¡obedéceme!...
Hijo: ¡Pero por favor!, quiero ir divertirme, hace tanto que no lo hago, por favor, si si si, di que si
Padre: Bueno hijito sal, ve a jugar, si encuentras a tus amigos
Hijo: ¡Bieeen…!
El hijo salio, al nublado callejón, donde parecía levitar y ser invisible con sus amigos, pero no encontró a nadie y se dio cuenta en ese momento de que sus amigos ya habían encontrado el descanso eterno
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