Entre el salvaje frío
el inmenso dolor,
la desnudez y la pobreza
la lluvia, el fango
hay un niño
duerme profundamente

junto a él, una mujer
su madre
y alrededor más mujeres
más hombres, más niños

comparten el hambre
se alimentan de la noche
viviendo en su cuevas de plástico
viendo pasar al tiempo

sus lágrimas se mezclan
las de tristeza, las de coraje
las de soledad, las de injusticia
y se esparcen como partículas
que se confunden con la niebla

todos
las mujeres, los hombres, los niños
envuelven en su mano
una pequeña semilla
que el niño que duerme
llevará en su camino

ahora, el niño vuela
no va a la montaña
ni a la selva
ni siquiera cerca del mar
va más allá de las estrellas

va en busca de un lugar
donde puedan crecer las semillas
y que de ellas nazcan fuertes ramas
para que formen un camino
y su gente no tenga que volar

ahora su madre espera
a ver las ramas llegar
derramando lágrimas de vacío
que ni el frío, ni el viento
pueden congelar