M e crió un hombre, mi abuelo ,tío, padrino "Cheíto" a quien siempre le saludé pidiendo la bendición tres veces, y tres veces me la contestaba, Mi mamá era enfermera y música, en este fin de mudo que es la Ciénega, era partera, enfermera, música,colocaba inyecciones, curaba todas las enfermedades, incluyendo abaleados de la guerrilla, del ejèrcito y de los campesinos que estaban en el medio, de mirones y eran víctimas de la violencia política.
Mi primera infancia la pasè en brazos de la tía Enamorada, ella estaba loca por el tio Negro, quien era alto, fuerte y bello como nadie, entre los brazos de ellos dos crecì y cuando pude caminar me paseaba entre duendes, mariposas azules, ardillas que hablaban, pàjaros que se dejaban abrazar hasta que llegaba la mamà pàjara y me los arrancaba de las manos. La pasè mirando las hormigas y los insectos cochinilas bajo las piedras hùmedas, jugaba en un gallinero a que yo tambièn era una gallina, y en el chiquero a que era una marranita, en el fogòn de la cocina me acurrucaba al lado del gato y me dormìa escuchando su ronronear, mirando el fuego bajo las ollas. Mi hermano mayor decìa que yo era bruja , que me convertìa en animal, que mis ojos verdes hechaban candela y mi pelo largo se movìa con vida propia. Era en verdad una niña fea y espelucada, con paràsitos en la barriga, piès descalzos y ronchitas de conocida procedancia en la piel. Sabìa leer y contar desde los cuatro años .conversaba con los adultos "como una viejita" y siempre estaba sonriendo, pues mis dientes son grandes y "volados".Todo eso gracias a mi tia Enamorada que ademàs de dientona es maestra de escuela y me bañaba, peinaba y me enseñò muchas cosas buenas.Era maestra en un pueblito llamado Zaragoza, donde aùn hoy sale la Virgen Marìa a visitar a la gente, toma cafecito o agua frìa y conversa como cualquier vecina con la gente de allà.Eso, ahora, es un atractivo turístico, pero en su momento, fuè lo cotidiano. La Virgen Marìa del Pilar baja el doce de octubre del pueblo de Zaragoza al Pueblo de San Luis y como èl està sentado, se acomodan a hablar y a mirar la plaza desde la puerta de la iglesia. Esa fuè mi vida hasta los seis años.No sabìa lo que era un televisor, luz elèctrica, agua por tuberìa,solo conocìa y me encantaba oìr la radio de pilas que el tìo Negro prendìa en la tarde para escuchar las noticias, las loterìas y las carreras de caballos.
Un dìa llegò mi abuela Lola la Blanca desde Caracas, en un carro, con un tìo gordo con cara de guardia, de paltò y corbata, otro tìo delgadito, con lentes que manejaba el carro, todo curioso. Yo los miraba desde micasita- gallinero y tanto me hab+ian hablado de mi abuela, de mis tios de Caracas que los reconocì sin haberlos visto nunca, me llamaron desde la puerta de "mi casita" y me abrazaron,lloraron, rieron, y me hicieron prometer que no entrarìa ahì màs nunca. Yo, por pura cortesìa lo hice, aunque ya rompì esa promesa como mil veces, puès hoy tengo gallinas en mi patio. Bien se que me perdonan.
Me llevaron a Caracas, me pusieron en la escuela Naciona "El Amparo en la calle Carbonell,diagonal al edificio diez de Las Lomas de Urdaneta, en Catia. La maestra se llamaba Gisela, era pecosa y peliroja, como mi madre.Le caìa muy bien,pero luego no me quizo màs porque descubriò que me escapaba del àula todos los dìas, desde hacìa meses,yo no le hablè màs porque a mi juicio ella no sabìa nada, solo colores,canciones,vocales, cuentos y yo sabìa leer y cotar, me gustaba màs ir al edificio y pasearme en el ascensor, o subir y bajar las escaleras y mirar desde los balcones toda esa ciudad de casas apretadas, una arriba de la otra hasta quince pisos, me gustaba mirar desde el piso doce y comparaba esa gente que subìa y bajaba el cerro rumbo a sus trabajos, parecìan mis hormigas de la sierra, los àrboles de pino parecìan de juguete desde ahì. Nunca en mi vida habìa visto tanta gente junta, eso desde arriba me gustaba, pero desde adentro me aterraba. Yo entonces era una campesina en Caracas, no me sentìa a gusto ahì, los niños me tocaban, me hacìan burlas por mi acento, que les hacìa reìr,todo para mì allà era una novedad: el uniforme escolar, las medias, los zapatos,los chiclets, el cartòn donde venìa la leche era una cosa tontìsima, puès la leche para mì se saca de una cabra, no de un cartòn, me la pasaba encendiendo y apagando los bombillos, abrìa y cerraba la nevera una y otra vèz,entrar al ascensor del edificio subir y bajar mirando como estaba en un lugar diferente cada vez que abrìan la puerta, todo era màgico, la llave del agua en el baño, el cepillo de dientes, el telèfono, el tocadiscos, los parques de diversiones, el cine, las luces de la calle por la tarde, los autobuses, y yo querìa saber còmo funcionaba todo, de donde saliò, quièn lo inventò, asì que lo que màs me gustaba era salir de noche con mi tio Luìs que tenìa un carro y me explicaba todo lo que veìamos por la carretera, tambièn visitar a la tìa que vivìa en el piso doce y jugar con mis primos a quienes les pegaban si se burlaban de mì.Un dìa llegò mi tìo abuelo padrino Cheìto a bautizarme, mi madrina era la abuela Lola la blanca, recuerdo ese dìa como uno de los màs lindos de mi vida, tenìa ocho años, mi mamà volviò y mi papà era aùn un desaparecido polìtico, pero pronto lo encontrarìan. Hicieron una fiesta y el apartamento se llenò de gente, aprendì a bailar alsa, , merengues, puès hasta entonces yo solo sabìa bailar vallenatos y razpacanillas. Luego el tìo gordo me onscribiò en "Ballet" porque segùn ya tenìa condiciones. es decir, era una flaquita limpia y educada, me peinaba sin pelear y sabìa llegar sola a la casa desde la academia.
Quince dìas despuès el tio Cheìto regresò a La Sierra, no sin antes regalarme una buena navaja, me dijo:" No olvide que usted es coriana, si alguien la ataca usted se defiende, demuestre que usted es una mujer de respeto" y desde entonces me fascinan los cuchillos, los de cocina sobre todo.
Mi abuela por su parte me enseñò a hacer oficios, porue en verdad nadie esperaba que llegara muy lejos con los estudios, creo que parecìa medio atrazada, preguntando por què a todo, còmo funciona, embelezada con "la brujerìa de la electricidad", diciendo a cada rato ¡Magnifica!, ¡Marìa purìsima!. ¡nà, Guarà! ante cualquier juguete de pila o de cuerda. Esa capacidad de asombro nunca se me pasò y ahora me sorprendo màs con los inventos de la humanidad: los celulares, las computadoras, el internet, los carros con miles de funciones, la fotografìa, las tècnicas de construcciòn...Todo me asombra, pero no me llama la atenciòn poseer nada, pues siempre tengo nostalgia de mi vida silvestre y màgica de la montaña.
Cuando tenìa como diez años un niño en la escuela me alcanzò en un patio y se burlò de mì. Al salir del baño mi falda quedò metida por dentro de la pantaleta, todos vieron mi nalguita y yo furiosa lo alcancè y le puse el regalo de mi padrino en su cuello "Yo soy una mujer de respeto" le dije, el maestro que llegò al momento estaba furioso, las maestras que lo auxiliaron me llevaron a la direcciòn y me castigaron encerrandome ahì hasta que llegò la directora. Ella me llamaba la llorona, porque en verdad era una niña muy fea y toda la primaria la hice llorando para que mi papà que ya habìa aparecido, me acompañara hasta el aula de clases llevàndome de la mano.En la direcciòn la maestra se puso pàlida cuando,en castigo me cambiaron para su secciòn, estaba en sexto grado.La directora Marìa le dijo a todos los maestros y curiosos que salieran de la oficina y uego me preguntò ¿de dònde sacaste esa navaja? y yo mle contè de mi tio abuelo padrino, de la sierra de coro, de sus costumbres, de mi bautizo, entonces ella , con una sonrisa linda, me devolviò mi navaja y me hizo jurar que no la sacarìa de una gaveta en mi casa, porque eso era un tesoro antiguo, Asì lo hice y se me perdiò.
El mes pasado volví a mi pueblo, La Ciénaga de losd Talavera, también visité el pueblo de Las Macanillas, donde nació el precursor de la libertad de los esclavos en Venezuela el negro José Leonardo Chirinos, todavía es un caserío de cimarrones, de gente inconforme y luchadora.
El mes pasado volví y encontré un pueblo reseco, donde antes había flores de colores y mariposas amarillas, que aparecían y desaparecían entre las copas de los árboles de roble y araguaney. Ya no estan, ni los árboles, ni las flores , ni las mariposas, no estan mis duendes que se vuelven hongos de roble vinotinto, ni las mariposas gigantes de los pozos, ya no hay pozos. Encontré un pueblo sediento en un lugar ajeno, luchando por salvar un parque nacional que busca ampliar sus fronteras para salvar los pocos árboles que quedan ante los "constructores" de casas y depredadores de madera. Me llené de impotencia ante los reclamos de mis vecinos, mis amigas y mis familiares que recriminaban " te fuiste del pueblo, no volviste al caserío, todo se secó, no hay magia, no hay curanderos, las viejas se fueron muriendo y con ellas las tradiciones. "Tu no volviste, ya nadie se vuelve gato, ni pajarito, tu no volviste y los manantiales se secaron, los árboles fueron talados y el pantano es tierra quebrada de sol y lejanía. La neblina de La Sierra se diluye en calor hediondo que no es de sol, en soledad de amor de gente nativa. La Capital te comió el alma". Ese fué es discurso de bienvenida y de despedida. Tres días de trabajo que desgarran el alma, tres días de trabajo estadístico de una comisión capitalina en un pueblito de recuerdos, estudio de necesidades que me hizo volver y descubrir que nada es eterno, ese lugar de mis sueños solo esta en esta historia donde el final felíz quedó para la conciencia. Un parque nacional que se extingue, como se extingue el planeta y toda la vida que no honramos en defender. Quizás estemos a tiempo de enmendarlo. Quizas no. |