Texto número 37 para el 12º Asalto del Club de la Pelea.
Categoría: Prosa

Atracción y Lágrimas del Azar

En mi país, se implemento una ley que prohíbe la entrada de personas de escasos recursos a éstas salas de juego. ¡Que tontería ; ésta ley no ha podido aplicarse, puesto que es muy difícil detectar la poca o mucha solvencia de una persona sólo con su apariencia. Particularmente si la persona es excéntrica. Con relación a ésta ley; traigo a colación un suceso acaecido en una sala de juego en mi ciudad, presentada en un noticiero, el cual ocasionó risas y comentarios en mi comunidad. Resulta que en un casino de la localidad un señor; formó un tremendo alboroto, acusando a los encargados del casino en cuestión, de estafadores; porque él ¡pobrecito! Había perdido toda su quincena (pago salarial, cada quince días) en un abrir y cerrar de ojos. Su desfachatez llegó a tal extremo, que llamó a la policía. Ésta se apersonó al lugar donde actuó en consecuencia, llevándose al señor, quien en forma ridícula seguía exclamando injurias.
--- ¡Que barbaridad, hasta donde hemos llegado! --- se escucharon, exclamaciones de los vecinos quienes miraban la escena en el noticiero.
Aunado a éstas últimas aseveraciones esta el hecho real de la persona realmente adicta al juego en un casino, y que sólo vive para éste vicio. Dichos seres deambulan en el antro del desenfreno económico. En su mayoría son personas con grandes carencias espirituales, que requieren una gran cantidad de atención y amor. Algunas tienen solvencia económica y disminuyen su fortuna y otras la pierden. Otro grupo tienen un modesto empleo, donde cobran un escuálido salario, el cual, dilapidan en los casinos, al final de haber perdido hasta el último centavo de su quincena. Algunas personas estallan en llanto, frente a las miradas curiosas e indiferentes de los vecinos de juego. Lloran, porque sus pequeños hijos la esperan con el estómago vacío; anhelante del esperado dinero para suplir las necesidades imperiosas de alimento, educación y vestuario. Tal es el caso de Fermina; quien cabizbaja; debe retornar a su casa con las manos vacías.
--- ¿Por qué soy tan irresponsable?--- Se dice a ella misma llorando y pensando en sus hijos.
Las lágrimas bañan su rostro, cuando de repente un alma caritativa ha escuchado el lamento de Fermina y dice:
---Joven, tenga éste dólar, pruebe suerte otra vez, a lo mejor su suerte cambia; pruebe!
Una luz se difumina en la esperanza de la viciosa Fermina y con una sonrisa en los labios, da las gracias a la buena señora. Inserta tres monedas en la máquina y ¡Maravilla! La máquina enloquece, devolviéndole todo su salario y tres veces más. Total novecientos cincuenta dólares.
Y así continúa la vida de éstos seres, prisioneros de éstas atrayentes salas. Porque Fermina ha caído en la trampa intermitente del azar, que no es más que una mentira disfrazada de verdad. Porque ésta vez, ella ganó por un caso fortuito; pero el día de mañana ella volverá y la escena se repetirá nuevamente; ésta vez sin la presencia de la señora salvadora y ella se irá a su hogar sin un solo centavo. ¿Triste, verdad? Pero dolorosamente verdadero.