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ATRAPASUEÑOS.

A PacoZ.

"Que todo en la vida es sueño,
y los sueños, sueños son"

El solterón aquel vivía solo; sus hábitos metódicos le permitían
una existencia sin sobresaltos. Hasta donde José (“Pepe, para los que le conocieron y pronto le olvidaron) podía rememorar, nunca soñó, nunca. Leyó sobre REM, las siglas en inglés de "movimiento rápido de ojos", acerca de erecciones nocturnas; también oyó de somníferos, narcóticos y sedantes nerviosos inductores del sueño. Él no necesitó jamás nada de eso. Cuando lo marcaba su horario, se relajaba y dormía puntual y exactamente; ni despertador requería; tampoco caía enfermo. Era siempre el primero en llegar a la fábrica en la que trabajaba de administrativo. No tenía amigos, mas carecía de preocupación o pena alguna, ninguna cosa o emoción echaba en falta; hasta que, en el escaparate de una gran tienda de electrodomésticos, vio un atractivo artefacto cuya misteriosa utilidad desconocía. Era negro, cúbico, del tamaño de un puño; en el cartel de cartón que reposaba a su lado se leía, manuscrito en versales con marcadores fosforescentes de varios colores: "¡Novedad mundial! Atrapasueños (“Magic Dream Saver”). Funcionamiento garantizado durante un año. Pilas de níquel/cadmio. ¡No pierda sus sueños!". Con cierto entusiasmo (inquietante e impensado), entró Pepe al establecimiento, comprando el artilugio.

Llegado a su casa, se desnudó y pasó a la ducha. Ya con el pijama puesto, en zapatillas, calentó en el microondas su parca colación nocturna; tras ingerirla, se limpió meticulosamente los dientes, en el lavabo. Puso luego en marcha el televisor, atendiendo los avatares de un concurso; en los intermedios publicitarios, estudió sobradamente las simples instrucciones del artilugio fabricado en China. Además de en el idioma de Shakespeare y en un lamentable español, venían en varias lenguas, salvo una advertencia en negrita, en el anverso del librillo: Allí, en inglés se avisaba al lector aproximadamente como sigue: “¡Atención! Sitúe el potenciómetro al mínimo, especialmente si usted no recuerda haber soñado nunca, y ensaye con el "dream-saver" en tres o cuatro cortos periodos vespertinos antes de aventurarse a activarlo durante el descanso nocturno. Acostúmbrese a él gradualmente antes de usarlo a plena potencia, y ¡disfrútelo!”... El señor del pijama, salvo el suyo, no entendía ni jota de más idiomas, ni precisó nunca aprenderlos; sólo repitió en voz alta lo del “ENJOY IT!” final, que le sonó bien.

Al acostarse el solitario, depositó el atrapasueños sobre la mesilla de noche (donde otros colocan el radio-reloj) situando su interruptor en "ON", ilusionado, con algo parecido a un estimulante nerviosismo, sensación nueva para él. Se durmió enseguida, como de costumbre. La casi imperceptible aguja del dial de “energía emitida”, llevada a la derecha del frontal, marcaba “HIGHEST POWER” (máxima potencia). José, involuntariamente había desplazado allí el marcador, arrastrándolo desde el extremo izquierdo (“LOWER POWER”, mínima potencia), toqueteando el “MDS”, absorto por el popular programa televisivo.

Dos meses después de lo relatado, la propietaria del piso entró en el mismo con un mandamiento judicial, recurriendo al buen hacer de un experto cerrajero que había abierto la puerta sin romper la cerradura. Les acompañaban una pareja de policías, y todos temían lo peor, pues sabían que, en la empresa donde prestaba sus servicios don José Gómez Gómez, el departamento de R.R. H.H. le había clasificado como “ausente sin justificar, ilocalizable”. Esperaban encontrar al inquilino muerto, caído en el cuarto de baño o tumbado en el lecho. Pero no; los agentes llevaban ya varios casos con resultado similar al de aquél, en apenas un par de semanas... En la cama deshecha, entre las sábanas, había un esquijama de franela que, curiosamente, seguía la disposición que habría tenido un cuerpo durmiente, mas no hallaron al arrendatario. Recogieron de sobre la almohada varias bolitas de amalgama de plata, y lo que parecía ser una hueca pieza molar en porcelana, con interior de acero inoxidable. La mujer policía miró a su compañero y éste comprendió: El día anterior, en un procedimiento análogo, habían descubierto una dentadura postiza completa, en dos piezas.

Ni la dueña sesentona y alhajada ni los intrigados servidores públicos (menos aún el operario vestido con un limpio mono azul) repararon en el pequeño cubo lustroso, en cuya pantallita de LCD parpadeaba una leyenda: "Saved: #1=Light and grey dream. To live it, push and hold pressed the red button." (Guardado: #1. Sueño leve y gris. Para vivirlo, pulse y mantenga apretado el botón rojo).

© Faisanes.
290204.

Texto agregado el 29-02-2004, y leído por 826 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-05-2004 Se ha disfrutado, se ve que esos aparatos no cumplen la normativa C.E. Saludos. Nomecreona
28-04-2004 Me gustó, entretenido y novedoso. andreacasandra
07-03-2004 Un toque de imaginación en fase compulsiva, rodea este cuento... dark_queen
 
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