UN LUGAR LLAMADO JAJEJIJOJU

Érase una vez un lugar llamado Jajejijoju en el que toda la gente vivía muy feliz.
En su bandera se reconocía la agradable sonrisa de un niño. Su simpático himno estaba plagado de risas y carcajadas con la particularidad que no tenía letra y que siempre sonaba diferente.
¿Queréis saber qué es lo que hacía de aquel sitio un lugar tan especial? El amor.
Sí, sí, el amor a la vida, a la familia, a los amigos, a las otras personas que no conocían, a los animales, a la tierra, al mar, a los bosques, al Sol…
En las calles reinaban la alegría, las canciones, las risas y los juegos de los niños.

Cerca de Jajejijoju estaba emplazado Snif snif. En su bandera un niño se escondía llorando atemorizado. Su himno lo componían chillidos de miedo y gritos de pánico. ¿Sabéis a qué le tenían miedo? Al vecino, a la claridad, a las canciones, a la alegría.
La avaricia y envidia se podían apreciar por doquier, al igual que los robos Y la falta de educación.

Sucedió que un día los niños del colegio de Jajejijoju fueron de excursión a una montaña que quedaba entre su pueblo y Snif snif. Se lo estaban pasando tan bien que la noche casi les alcanzó allí, aunque consiguieron llegar a sus casas poco antes de que el día perdiese toda su luz.

Su alegría y cánticos llamaron la atención de un niño de Snif snif que se prestó a seguirlos. Era valiente y no encajaba del todo con la filosofía del lugar en el que vivía, allí le tenían como un bicho raro, “El diferente” le llamaban en vez de Tom, que era su verdadero nombre. Vivía entre niños que no sabían jugar y vio que aquellos lo estaban pasando tan mal tan mal, que le dieron pena, por eso decidió que les ayudaría. Les siguió hasta las afueras de Jajejijoju y plantó allí unas cuantas semillas de “Temorius Agudus”, una planta que abundaba en Snif snif y que tenía la particularidad de contagiar sus temores a las personas que vivían cerca de ella. Creyendo haberles sido de utilidad, se fue de allí con mil miedos y creyendo que le perseguían.

Pronto notaron cambios en Jajejijoju, nadie sabía el motivo de los mismos. Las plantas habían crecido e hicieron que poco a poco el amor se fuese esfumando y las personas comenzaran a sentir temor, desconfiando los unos de los otros y encerrándose cada vez más en sí mismos. Los animales también estaban muy raros y más de un perro manso mordió a su amo. Nadie tenía ganas de hacer nada que tuviese que ver con salir a la calle. De ellos se fue apoderando poco a poco el temor a la luz, la avaricia, la envidia…
La situación requería una solución urgente. Las pocas personas que aún sentían algo de amor acordaron enviar un mensajero a los duendes de los cuentos.

A los pocos días los duendes se reunieron en una amplia estancia llena de mil y un dibujos de diferentes cuentos. Los había antiquísimos, y otros que aún no estaban terminados.
”El problema es el amor, ya no luce cómo flor”- dijo el duende más viejo y que lideraba el consejo-
Ante el aluvión de cuchicheos y palabrerías varias, alzó la voz pidiendo calma. Gritó entonces pidiendo atención:
”Como sabéis, de las calles de Jajejijoju ha sido casi barrido el amor. El poco que les queda se esconde tras el temor. Entre todos hemos de encontrar una solución sino la destrucción de este lugar será total, ya hemos descubierto más de una señal.
Pasó más de una Luna, nacieron más de diez soles y a ninguno de los duendes se les ocurrían soluciones.
Todas las voces permanecían calladas hasta que bastante entrado el décimo día, habló una:

- Creo tener la solución- dijo -. Hace tiempo que allí no llueve, si hacemos que lo haga, las personas tendrán ganas de mojarse. Si conseguimos poner en cada gotita de lluvia un poquito de amor, al mojarse con ellas, se les contagiará y desaparecerá el temor, podrán querer por querer y querrán cambiar y amar. Ese odio actual se disipará alejando de allí la victoria del mal.

- ¿Alguien puede hacer que llueva?- preguntó el viejo duende- porque los demás regaremos las nubes con amor.

A los pocos días llovía sobre Jajejijoju. Se mojaba la tierra, los animales, las personas que muy contentas y con risas y carcajadas cantaban su himno. Al hacerlo iban recuperando el amor a la vez que perdían el miedo. Se pudo ver como el mensajero ondulaba una bandera empapada de sonrisas.
Sucedió que las plantas “Temorius agudus” murieron inundadas de amor.

De contentos, a los duendes de los cuentos se les fue un poco la mano. Llegaron también las nubes a Snif snif pillando por sorpresa a sus habitantes fuera de sus casas. La noche mojó con lluvia de amor a todas las personas que sin saber por qué empezaron a abrazarse, a cantar, a dar saltos.
Los duendes de los cuentos celebraron con mil y una historias el haber salvado no uno sino dos pueblos del temor de los males.

En poco tiempo Snif snif cambió su nombre, pasó a llamarse Xin xin en homenaje a la lluvia que un día les cambió la vida. Su himno lo cantaban con los brazos abiertos y mirando hacia el cielo mientras imitaban el sonido de la lluvia cada vez que las nubes descargaban sobre ellos el agua milagrosa.

*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*

Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ