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EL ALMENDRO LLORÓ


He llegado a la hora que me citó. He sido puntual. La ilusión intacta. Durante una hora esperé en el mismo asiento, bajo la sombra protectora del mismo almendro, testigo callado de tantas conversaciones, caricias y besos.

Fue hasta que no resistí mis ganas de orinar, que, ocultándome para hacerlo, detrás del almendro (¿los árboles tendrán frente?), hoy testigo y víctima de tantas meadas, que logré divisar en la unión de una rama, un sobre adherido con una tachuela. Lo tomé, vi mi nombre en su cara, sin remitente en ningún lado. Lo desgarré y encontré el papel más blanco que nunca haya visto, con la siguiente nota, escrita con los más preciosos trazos:

Palin, te quiero, más no es tu tiempo. Es difícil que me puedas entender, no porque te cueste, sino porque mi realidad aun no la entiendo. Se me sale de mis manos. Mejor anda y has tu vida.

Adlin


Sendas lágrimas brotaron de mis ojos. . Una cayo sobre el papel exactamente encima de tu nombre. La otra, encima del mío, pero rodó y se fundió con la primera sobre tu nombre, como rememorando aquel día que juntos nos fundimos en un éxtasis inenarrable.

¡De cuántas lágrimas fue testigo el almendro! Como lo fue del momento en que un policía llegaba y me tomaba del brazo y me decía:

-Acompáñeme a la detención; queda arrestado por falta a la moral pública. .

En ese momento me percaté que con una mano sostenía la carta y con la otra… con la otra…sí con la otra mi órgano “miccionante”. No se cuanto tiempo estuve así.

¡Adlin, no me hagas esto, vuelve! grité.

Guardé la carta en la mi chaqueta y lo otro donde corresponde y mis manos fueron esposadas. Esa noche estuve triste en la detención, lloré por ella. Pero no estuve solo y eso suavizó mi pena. Otros detenidos y los mismos policías me hicieron reír, dentro de mi tristeza.

Pagué la multa al amanecer y salí a la calle. El día empezaba a brillar, pero mi alma volvía a su soledad. Volví a pasar por el parque, de nuevo vi el almendro, fui a su lado a terminar de llorar. De nuevo sentí deseos de aquello, pero me contuve, al ver al almendro llorar junto a mí. No sé si acompañándome en mi pena o porque sería de nuevo víctima de mi meada.

Desde entonces no lloro junto a un almendro ni orino en un parque. Me aguanto mi pena aunque mi vejiga explote y junto a ella, mi corazón.

Texto agregado el 18-04-2007, y leído por 363 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
18-06-2007 Mi opinión coincide plenamente con la de Magda, te diría exactamente lo mismo, así que ¿para qué perder el tiempo?***** MujerDiosa
16-06-2007 Tenés un humor especial, este cóctel de tristeza y picardía no es fácil de lograr. Te felicito por la fluidez con que escribís y el toque humano. Besos y estrellas. Magda gmmagdalena
30-04-2007 Gracia Palín,por hacerme sonreir y por sacarle el color ceremonia a la ilusión. Mi sonrisa y gratitud. Rosa tenue Rosatenue
25-04-2007 ¿los árboles tendran frente?. Me quedo con ésa bellísima línea. taxi
25-04-2007 Excelente relato que se lee sin apenas darte cuenta. Excelente humor cargado de verdades reales narradas con fina ironía. Me alegra haberte leido por primera vez.+++++ crazymouse
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