Hoy descubrí, al fin
que el amor se puede medir,
en pulgadas, pasos, o pies,
en besos y caricias dadas,
que se puede pesar
(¿cuanto vale un kilo de amor?),
que se puede vender y comprar,
no con dinero, pues es
una mercancía de gran valor.
Y si esto es el amor
¿que será, pues, la poesía?
Un simple contrato,
un recibo de un intercambio,
mal escrito, malhadado,
un cheque al portador sin fondos,
una anotación al pie de página
de la contabilidad de nuestra vida
(segundos, segundos, segundos)
letras ya vacías de su signficado.
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