EL LÁPIZ MÁGICO


El día había sido eterno, pronto podría tumbarse y no hacer nada. Había llegado la hora en que los pequeños debían irse a la cama.
Cuando fue a acostar a su hija, esta le pidió que le contara un nuevo cuento.
-Lo siento dulce niña- Le Dijo- al lápiz mágico de mamá se le ha roto la punta y hoy no he podido escribir ningún cuento, tal vez mañana…si te portas bien….
A la niña le gustaba escuchar los cuentos que su madre le contaba, aquella noche no le contó ninguno y la niña soñó con la punta rota del lápiz mágico de mamá.
Al día siguiente, en el recreo, la niña les dijo a sus amigas que su madre escribía cuentos con un lápiz mágico, pero que en ocasiones se le rompe la punta.

-Tengo la solución-dijo una de las niñas- tu madre tiene que sacar más punta al lápiz.

Ella sonrió, daba por buena aquella posibilidad y estaba deseando llegar a casa para decírselo a su madre.

Una de las amigas de la niña contó en su casa la historia. Su padre era escritor de cuentos infantiles y pasaba por una crisis de inspiración e ideas.

Una noche, estando ebrio, se le ocurrió la idea de “robar” ese lápiz mágico, pero en el sentido literal de la palabra. Si realmente era mágico su problema estaba resuelto, y sino lo era, estaría como hasta ahora. Se informó sobre dónde vivía la amiguita de su hija e ideó un plan para introducirse por una de las ventanas. La noche era calurosa y habían dejado las ventanas abiertas, miro al interior y vio un lápiz muy bonito sobre lo que parecía una agenda, al lado del teléfono.

"Sin duda ese era el lápiz mágico"- pensó-

Acto seguido se deslizó por la ventana sin hacer ruido, avanzaba de puntillas, muy despacio, siguiendo la luz de su linterna. Cogió el lápiz y lo guardó en uno de sus bolsillos saliendo de la casa con el mismo sigilo con el que había entrado.

Al día siguiente cuando la madre fue en busca de su lápiz, no lo encontró. Le preguntó a su hija si lo había visto.

La niña se entristeció y se lo contó a sus amigas.

-Mi padre me ha dicho que los lápices mágicos no existen- dijo una de ellas.
Eso entristeció a la niña, pero no tanto como cuando llegó a casa y su madre le confirmó que no había encontrado el lápiz y comenzó a llorar.
-¿Qué te pasa hija? ¿Por qué lloras así?
- En el colegio me han dicho que no existen los lápices mágicos.
-Pues claro que si existen.-Dijo la madre rodeando con sus brazos a la pequeña.
- Pero mamá ¿hasta que no lo encontremos no podrás contarme más cuentos?
-Mi vida, no es que haya un lápiz mágico, hay muchos, cuando tu madre los coge se convierten en mágicos.
-Que bien-dijo la niña sonriendo-entonces no hay peligro de perder los lápices.
-No cariño, no hay peligro, pero eso no quiere decir que no tengamos que tener cuidado de dónde dejamos las cosas.
-Mamá el otro día no me contaste un cuento porque la punta del lápiz mágico estaba rota ¿Era mentira?
-No cariño, no era mentira, a mamá le dolía mucho la cabeza, y la punta del lápiz estaba rota.
-Gracias- Dijo la pequeña con una amplia sonrisa - me voy a jugar un rato antes de cenar.
-Hasta luego cariño.

La madre se quedó pensando que tal vez no fue buena idea la excusa de que al lápiz se le había roto la punta. Luego sonrió, por suerte, casi nunca le dolía la cabeza.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ