Nubosas ideas inundan mi mente,
en ella danzan
desnudas doncellas,
al son de tambores,
con cánticos añosos.
Recuerdos de vidas pasadas,
de tristeza y alegrías,
el calor me sofoca,
en un alucinógeno viaje.
Me encuentro solo
en una sala de hospital,
recorriendo camillas
vacías de vida,
sólo moribundos
restos de carnes
y huesos descansan.
¡Es mi fin!,
me digo,
en un instante
vuelven las imágenes,
manos me envuelven,
a lo lejos palabras,
gritos, peleas,
recuerdos de niñez
me agobian,
despierto,
tengo ochenta años,
me encuentro
solo, sudado
en febril estado,
arrojado,
abandonado
solo en una
blanca
y vacía
sala de
hospital. |