Otra noche más de extraña naturaleza, de esas noches en que el corazón no descansa, aquí, hundido entre densas nubes provenientes de tiempos ya muertos, donde resucito las ciencias que los oscuros nigromantes dejaron en la tierra para cautivar la curiosidad malsana de los hombres, aquí, donde me elevo en medio de oníricos viajes en busca de la verdad suprema, a medio camino, cuando me elevo hasta los limites de la comprensión, algo me atrae, un fino objeto toca mi frente, cabellos delicados me parece, tendido en mi tálamo, con la mente en aparente letargo, siento aun cosquillas, sensación agradable, luego un beso; una boca toca mis labios, la reconozco, fría y casi carente de vida pero aun así esta empapada en ternura, es la ternura que emano de Babilonia y de Sodoma son caricias de viejos dueños, de viejas cortesanas de Jetavana y de Pompeya, son caricias de muertos, me hacen sentir amado como el bebe, que por vez primera conoce los pechos de su madre, aquellos que habrán de amamantarlo en sus días de mas debilidad, así me siento yo con esta extraña presencia que me vigila siempre en la soledad de mis sueños.

Me parece haber oído sus voces en ocasiones anteriores, creo que si un día abriera los ojos vería que es más que un sueño, más que una catarsis que me aleja del encorvado ser casi invisible que nunca puede ligar más de dos palabras, es una mujer una doncella que entre mis agonías, cuando estaba con mis heridas aun exhalando la vida misma, me visito y se negó a llevarme, con sus cabellos negros trato de cubrir sus ojos negros, con sus manos pálidas trato de ocultar su triste y solitaria mirada, pero no podía era demasiada su soledad y la mía no era distinta, al verla no necesite preguntar su nombre, pues hacia tiempo que lo conocía por ayuda de esos viejos y arcanos textos, sabia que su nombre era tan bello como aterrador su significado, Némesis, la muerte la destrucción y, que curiosa la situación, ahora para mi el amor, en todos los significados, es destrucción y poder.

Que extraño es mi romance, tanto como extravagante es mi dama y doncella, que se viste de un millón de formas distintas, como peste, como asesino sádico como el Omega de San Juan como el infarto que no te deja despertar, todo eso es mi novia y aun así, se da tiempo para poder estar conmigo para darme la bendición eterna, cuanta delicadeza, me pregunto ¿que bienaventuranza realice para estar ahora en pleno affaire con una diosa, que antes fue muerte y ahora es calida pasión? Tal vez esta noche, mientras duermo entre estériles libros, viejos y polvosos, lo averigüe.