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se oye el sonido de los kamikazes.
pesan toneladas...
y su compuerta tracera va soltando un cerdo semental por fabrica de armas.
es la guerra y los comandantes abren los corrales.

son millones de soldados.
tropas completas armadas hasta la cola.

las marejadas de invasores rompen con casas, niños y mascotas.
los adultos se salvan.
especialmente los mas viejos...la muerte les ayuda.


jefes robustos chillan como mutilados:
¡¿quien es el que manda?!_ gritaba por las narices..

y el cuarto escuadron inhalaba el talco de sus bolsillos
para comenzar a contestar.

nsssssssss.... ¡¡¡NOSOTROS MI FUSILADOR!!!
luego la maquina traductora se agotaba
y el cuarto escuadron, compuesto por cerdos cimarrones
volvía a sus guturales sonidos sin sentido alguno.

¡arrasar con la ciudad es musica! __ gritaba el comandante.
y las tropas lo evidenciaban al imponer sus chillidos animalescos
como canto de mataderos.
aplastaban casas, niños y mascotas...

eran cantidades de cerdos, mejor dicho chanchos,
con lunares de pelo que cubrian gran parte de sus cuerpos,
algunos tiznados con hongos de corral,
y narices deformadas por los cortes que producian sus improntas al cemento.

arriba de su cabeza se amarraba una maquina con micrófono
traduciendo las maldichas exhalaciones de bulla,
como frases de milicia,
encuadradas en protocolos de sensasión.

sus cuerpos bañaban las calles de toda la ciudad,
era un mar de carne con olas de grasa.

barrer era su mision,
y morir no entraba en cuestión.

grasas movilizadas
querían morir por la nación.
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