Sonríes y veo como te deshojas de telas transparentes
que se repliegan para mostrar tus fulgores y sombras que son
los elementos que conforman el relieve de tu geografía plena,
arquitectura nacarada que contrasta a la luz de las velas
y flamea al viento del instinto desatado cual mascarón de proa de
un barco a la deriva que ofrece sus embrujos a mis manos
afiebradas, te recorro y me complazco con tus volúmenes
aterciopelados, te dibujo con el pantógrafo genial de mi lengua desatada,
mis gemidos que tienden a ser llanto y se encrespan en la euforia,
te beso y esos besos ardientes no te atrapan y se pierden en tu sombra
y sonríes, fábrica impía de coqueteos evanescentes, bailas
al ritmo suave de la música, barnizada de estrellas y mieles.
Te alejas, ni rauda para mi fatiga ni tan lenta que tu captura me sea fácil,
te alcanzo y te atrapo y me enredo en tus cabellos oscilantes
como la luz fugitiva de las velas, te confieso
que tu presencia me hiere y tu evocación me duele pero tu
sólo dibujas con tus labios devoradores muecas y guiños que
mueren en lamidos de gata mimosa, pido piedad y
me ensordeces con tus carcajadas mientras tu cuerpo se esfuma
en la oscuridad de un biombo que no es biombo ni nada sino
la frontera indeseada de tus caprichosos devaneos, apago la vela
y me oscurezco de dudas y de brumas mientras reapareces
vestida como una primorosa orquídea que desea ser exhibida
en un ojal consentidor. Ven a mi, flor adorada que una vez más
deseo profanarte y desvestirte hasta de la piel para escarbar en tu alma
y descubrir aunque sea una gota de amor que justifique
mi angustia y mis tormentos…