Para Ernesto. Tenue, pesado casi por ver el aire sucio; maligno. Un viejo abano lo hacia circular; para nada. No salía de su interior, y seguía sucio, maligno. Los abantos esperaban su festín, hediondo. Ese aire continuaba su pesado círculo. Casi se podía distinguir su fetidez. Todo se abarajo Hasta el aire mismo se detuvo en el aire Algunos como intrigados forasteros Se acercaron a tocarlo a sentirlo. Dos manos muertas Las voces casi abaritonadas, lloraron. El pueblo entero lloro. Gendarmes y alguaciles Soldados y profesores Todos los vieron vivo Muy pocos lloraron, pero lloraron por él. Como abasíes contra califas Así le cercioraron la vida. Su diario, otro más lo tiene. Sus manos, Dios sabrá.
Texto agregado el 15-04-2007, y leído por 108 visitantes. (1 voto)