Confuso como siempre, decidí cerrar mi impertinente boca.
Ella me miraba con unos ojos casi desorbitados, extraviados en un misterioso limbo.
-Di algo -me reprochó-
-P-p-pero... no entiendo -dije tembloroso-.
-No se trata de que entiendas. Sólo rompe el espejo. La realidad que conoces no es
más que un simple y rigido reflejo de algo que realmente no es más que el sueño
de algún tonto idiota, al que se le olvidó cerrar la puerta de atrás. ¡El muy egoista
nos quiere hundir a todos en su inmundicia!... El espejo roto no es vacío,
como tu lienzo...Los fragmentos trizados recofiguran nuestra realidad...
¡Nos hacen dueños de nuestra propia verdad!
Y de pronto rompió en una aguda carcajada.
Se acercó violentamente a mí, como si no pudiese contener sus movimientos.
-Sé lo que quieres -dijo casi lujuriosamente-. Sé que deseas éste don.
Estaba muy cerca mio. Me asustaba. No podía suponer su proxima jugada.
Me golpeó la cabeza con su puño... con fuerza desmesurada para su tamaño
físico. Aturdido, me tuve que resignar a oir su desquiciada risa.
-¿Procedo? -dijo doctoralmente-.
No recuerdo si realmente asentí o no. Ya no importaba. Ya era tarde.
Ya estaba condenado.
...y así la luz se apagó...
Texto agregado el 14-04-2007, y leído por 94
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
14-04-2007
Mmmmmm, excelente, quedé atrapada en su lectura*******
Victoria 6236013
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