Todos se quedaron callados. El Muerto seguía contando sobre la muerte de su tío.
- Mañana le van a hacer la ceremonia formal, hoy día fue el velorio. El viejo quería su funeral vikingo y le van a cumplir su deseo.- Apaga el quinto cigarrillo mientras exhala larga y pesadamente.
Andrés se inclina hacia Alberto.
- Espera un momento- le dice, un poco confundido, pero lo suficientemente bajo para que nadie lo escuche.- ¿Mañana se disfrazan todos de vikingos? ¿Para qué?
Alberto esconde la cabeza entre las rodillas y se empieza a reír bajo. Andrés todavía no entiende qué fue la cosa tan graciosa que dijo.
- ¿Y qué hay con el vaso de agua? ¿Por qué el Muerto nos contó eso?
- El Muerto no dijo nada sobre un vaso de agua – Alberto lo mira confundido - ¿De qué estás hablando?
- No sé. Nada...
- Estás loco, weón.
- Sí. Creo que sí.
Pero el Muerto no quería seguir hablando de sus problemas. Así que todos empezaron a desviar la conversación, para olvidar el mal rato que pasó. Total, para eso estaban todos reunidos allí: para olvidar los malos ratos, aunque sea por un momento. Eso no se discutía.
Freddy miraba a todos lados, un poco aburrido. Le preguntó al Muerto si iban a comprar copete, pero él dijo que eran muy pocos, que había que juntar más plata. Entonces empezó a escuchar lo que se decía en la conversación. Era increíble lo extrañas que son las conversaciones cuando uno no está borracho ni volado y los demás sí. Todos hablaban con largas pausas, tratando de encontrar palabras tan simples y, al parecer, entre más común era la palabra, más difícil era encontrarla. Miró a Andrés y Alberto, que estaban al frente de él. Andrés se veía muy diferente, parecía que no estaba dentro de su cuerpo. Alberto miraba de vez en cuando al cielo, con una sonrisa contenida. De pronto Andrés volvió en sí por unos instantes:
- Parece que estás aburrido, Freddy.- Lo miró con una sonrisa un poco torcida.
- ¿Por qué?
- No sé, miras paras todos lados, juegas con la tierra. Cuéntate algo.
- ¿Y cómo sabes si tengo que decir algo?
- No sé, todas las personas tienen algo que decir. ¿Qué fue lo más malo que te pasó esta semana?
Freddy no tuvo que pensar mucho en la respuesta. – Si me acuerdo de algo. Pero fue re cuático.
* * *
Era la segunda hora de clases. Y ya se estaba aburriendo. Miró al frente de nuevo. Desde el último puesto la riqueza de los aztecas perdía bastante valor. Y el sol a través de la ventana lo invitaba a dormir, pero tenía que hacerlo sin que el profesor se diera cuenta. Así que se cruzó de brazos y bajó la cabeza un poco. Y miró debajo de su mesa un papel. Era una especie de prueba llena de preguntas abiertas, y estaba escrito con letra de niño pequeño. Lo tomó y lo empezó a leer.
Cinco minutos después sentía un gran peso en el corazón. Tenía que devolver ese papel a alguien. El niño tenía serios problemas.
Cuando tocó la campana del recreo, Freddy tomó la hoja, la dobló y bajó al primer piso, donde estaba la inspectoría. Normalmente trataba de evitar esos lugares, pero la situación era distinta ahora. Caminaba determinado y tocó la puerta color crema. Una voz apenas pudo salir de adentro con un “pase, está abierto”. Freddy tragó saliva y entró.
Disculpe, seño, pero vengo a dejarle esto.- le pasó la hoja- Lo encontré debajo de mi puesto y pensé que era importante.
La inspectora miró el papel y luego a Freddy.- Este niño nos ha dado puros problemas. Hace un tiempo sufrió la pérdida de su padre y su abuelo y desde entonces eso es lo único que ocupa su cabecita. Y está recién en cuarto básico.- La prueba estaba en la mesa , se podía leer la última pregunta:
“10.- Si pudieras pedir un deseo, ¿Cuál sería?”. La respuesta escrita con lápiz grafito no dejaba de asombrar:
“Deseo poder traer a mi papá y a mi tata. O irme a vivir con ellos.”
Freddy no podía dejar de mirar las preguntas. En todas se reflejaban los sentimientos de un niño de cuarto básico que haría cualquier cosa para estar cerca de su padre y su abuelo muertos.
Cualquier cosa.
* * *
CONTINUARÁ.-
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