Dios:

No sé cómo podría hacerte llegar esta carta, porque hasta el día de hoy no conozco a nadie que te haya visto, de hecho, ni siquiera estoy segura que existes. Pero me arriesgaré e iré a la parte más alta que conozca y te leeré todas las cosas que quiero decirte, y si no logras oírme, bueno, que me escuche el viento y se lleve mis palabras.

Podrían considerarme una loca pidiendo lo imposible, y en el fondo la gente que eso piensa tiene toda la razón, porque como te dije antes, tú te manifiestas (si es que lo has hecho) a través de otras personas o seres. Y te digo: no me gusta eso. Es como si quisieras imponerte y decirnos que eres más fuerte. Está bien, no hay objeción: los de la Tierra somos débiles. Pero no sé, odio los aires de grandeza, incluso viniendo de ti. Y perdona si te tuteo, pero para mí no eres real, simplemente eres una invención, aunque necesaria. Verás, Dios debe ser la palabra que más dice la gente por día, y es irónico, porque nunca te han visto (si es que puedes verte), y es como jugar con la ilusión de la gente. Es cierto que tú has sido un pilar emocional para familias enteras alrededor del mundo, pero no entiendo cómo. Mira, no es envidia de que tú puedas solucionar problemas sin siquiera estar presente físicamente, pero no deja de ser extraño todo. No te ofendas, pero yo creo en las cosas reales. Y dime primitiva, dime lo que quieras por no ser capaz de creer en cosas abstractas, pero con el corazón humilde y sincero yo te digo que prefiero creer en el Sol, que alumbra los días, o en la Luna, en la Tierra, el mar. Y no me digas que tú creaste eso, porque no lo compro. Yo sé (y no por estudios científicos, sino porque mi mente me lo dice) que la naturaleza hizo las cosas hermosas que nos rodean. Pero a pesar de todo yo no te odio Dios, porque no es tu culpa que acá en la Tierra la gente sea torpe e invente que tú lo hiciste todo. Es injusto que se te responsabilice de las muertes e incluso de las guerras, porque cada persona y nación hacen su propio destino.

Dios, si de verdad existes, esta carta me hace ganadora de la mitad del Anticielo (¿Infierno?), pero como "defensa" diré que a pesar que no creo en ir a Misa cada domingo ni rezar todos los días, sí creo en las buenas obras, la paz y el corazón. Y aunque cuesta, yo intento ser mejor cada día.

No voy a pedirte que bajes y te me aparezcas para que crea, sólo me contento con haber podido escribirte esta carta, y aunque nunca sepas de su existencia, sé que alguna vez, en esta vida o la Otra, yo sabré si eres real.