El origen de la leyenda hebrea de Lilith como primera mujer de Adán proviene de una interpretación de Génesis 1, 27.
Antes de explicar que el Dios Yahvé dio a Adán una esposa llamada Eva a partir de su costilla, el texto dice: «Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo Creó; hombre y mujer los creó».





LILITH, LA PRIMERA MUJER



Lilith, mujer primera,
preámbulo de Eva
el Génesis apenas te nombra.


No provienes de una costilla secundaria.
Fuiste moldeadada del mismo barro que Adán,
en el mismo instante,
a imagen y semejanza del creador
quien tembló al ver tu belleza.


Mujer, de ti no se habla...


Espíritu del viento tu nombre,
desnuda tu piel de alabastro
sentada sobre la concavidad negra de la luna,
coronada en sus misterios,
ardida en el rojo fuego
tus largos cabellos se ondulan.
Dos lechuzas junto a tus pies de garras
custodian tu mito claroscuro.


Dicen
que Amazona cabalgabas tu desembocadura,
rebelde a la ley misionera
que te tendía de espaldas para amar.


Adán te exigía debajo mirando la luna
cuando tú eras la luna.


Reclamaste cambiar de sitio, poder elegir a la par.
Pediste, cuestionaste,
generando la ira del afable creador
quien distraido en su tarea no te escuchó,
hasta que gritaste su nombre secreto
desentrañando su esencia.


Así partiste al exilio,
el primero más allá del paraiso
hacia el abismo de los siglos.


Adán te buscó
hecha crines en el viento y no te halló.
Quejándose fue al creador
que empeñó tres ángeles
para convencerte del regreso.


Tarde, muy tarde ya...


El mar Rojo te acercó
a la lujuria de los demonios,
desequilibrando la balanza
hacia el extremo negativo de las mareas.


Sedienta de semen
bebías lo que se derramaba,
lo vertido en lo prohibido,
te preñabas endemoniada
desovando hijos de a cientos.


Te encontraron los ángeles enviados
y al no lograr negociación amenazaron primero,
matando luego tu descendencia mientras parías.


Vengativa, fuiste verdugo feroz,
dolor y muerte de otras madres
y sus hijos por nacer que no nacían.


Llanto, duelo,
cuna y sepulcro,
principio y fin
hasta nuestros días.






PLEGARIA DE LILITH



¡Oh Mar Rojo que me trajiste
apaga con tu furia
la vehemente explosión de mi tormento!


Desvía con tus vientos
los alientos de esa boca,
que ya no los huela,
me enferma y me demuele
con su sed vampira,
me desangra sin tajos,
me obnubila.


Piedad te pido mar,
desátame las rocas,
no quiero hundirme más allá de la razón.


La locura se me pega rumiándome al oido,
esta sed de semen ya me asquea,
la noche que soy habiendo sido día
y la muerte que soy habiendo sido vida.


No quiero volver a tumbarme en el suelo
ni quiero quedarme a desovar demonios,
sólo quiero ser YO en mi búsqueda.
Exiliada del paraiso me fui.
Huyendo del infierno estoy
aquí perdida.


¡Oh Mar Rojo
cuando nos serenemos,
voy a pedirte que me laven tus aguas las heridas,
que me bendigan,
y en el primer amanecer me conduzcas
cabalgando sobre una ola inmensa
al sitio donde me esperan,
al que me corresponde
para poder ser sin lastimar,
sin que me lastimen,
la mujer que soy
de igual a igual
al lado del hombre!.