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Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
León Felipe.
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Una de las necedades más repetidas por cierto sector de la izquierda es aquella afirmación temeraria según la cual Cristo fue el primer socialista de la historia.
“- Cristo fue el socialista más grande de la historia”, pontifica con solemnidad cierto presidente demagogo. Pero lo cierto es que para darle coherencia histórica a una afirmación como esa, habría que encerrar a Cristo en una máquina del tiempo y llevarlo a la Europa de finales del siglo XVIII o a la primera mitad del siglo XIX y que se familiarice con los trabajos de Owen, Fourier, Saint-Simon y otros socialistas utópicos.
El argumento “duro” de quienes comparten la idea de un Cristo socialista radica en que vino a predicar el amor a los pobres, la solidaridad, la fraternidad (amaos los unos a los otros), etc., y como el socialismo predica los mismos valores entonces hay una continuidad entre Jesús de Nazareth y los camaradas rojos rojitos. ¡Por eso Cristo es el más grande socialista de la historia!
El núcleo de este argumento es tan débil, que uno siente vergüenza ajena por quien lo predica: ¿Desde cuando el amor, la fraternidad, la compasión, la solidaridad, etc., son patrimonio exclusivo de una ideología, en este caso la socialista? A ver, que me digan cuándo y dónde registraron los derechos de autor. Hasta donde sé, se trata de valores universales, no de la propiedad privada de una ideología. Sería tan pueril como pensar que la libertad es patrimonio exclusivo de los liberales. El amor, la solidaridad, la compasión por el sufrimiento ajeno, etc., no son propiedad privada de los socialistas. Son valores universales, u-n-i-v-e-r-s-a-l-e-s Así de simple.
Si aplicamos a otros casos la misma (i)lógica que utiliza Hugo Chávez para decir que Cristo fue socialista, llegaremos a conclusiones hilarantes. Será muy divertido el día en que el teólogo Hugo Chávez dedique tiempo a la lectura de La República. Estoy seguro que se llevará un susto cuando descubra que Platón preconizaba la eugenesia, ergo... ¡Platón fue el primer nazi de la historia!
La pregunta inevitable es: ¿Por qué insiste Chávez en que Cristo fue socialista? La respuesta es: Porque quiere darle un árbol genealógico de raíces cristianas a su proyecto totalitario.
Según la retórica del poseso revolucionario (expresión acuñada por el genial caricaturista Zapata) quienes negamos que Cristo fue socialista es porque pensamos que fue capitalista. El falso dilema es: Cristo fue socialista o capitalista.
¿Pero de dónde procede esta sarta de disparates? El escritor Carlos Alberto Montaner ha dicho que Hugo Chávez es el hijo putativo de Cantinflas y el Che Guevara. Sí, tiene razón, pero se trata de un arlequín muy peligroso (utilizo la palabra arlequín porque su sinónimo podría herir algunas susceptibilidades)
El desatino de un “Cristo socialista” provoca irreprimibles carcajadas (no diré herejía porque después me acusarán de inquisidor) sobretodo cuando uno recuerda que la primera “S” de la URSS era de Socialista.
El señor Hugo Chávez dice estas cosas para darle fuerza moral a su proyecto político. Como él concibe la historia de manera cíclica es casi predecible que en unos años, mientras consolida el modelo socialista, dirá que éste ya cumplió su etapa y que ahora vamos rumbo al comunismo. Cuando eso ocurra, Cristo será marxista (no importa que Marx haya nacido en el siglo XIX y su doctrina profese el ateísmo) De hecho el socialismo es por definición un camino que deberá ser transitado para llegar al comunismo.
No exagero: A comienzos de 2007, la Iglesia Católica pidió una definición de lo que Hugo Chávez entendía por “socialismo del siglo XXI” y el presidente los invitó –de manera soez, tal es su estilo y el estilo es el hombre- a leer a Karl Marx y La Biblia.
El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga.
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