Ahora, las iglesias y catedrales solo son montones de cascotes y basura. Los escombros de las mezquitas aun no fueron retirados. Y cúmulos de piedra y trozos de ladrillo se reparten agrupados pero dispersos por el mundo, donde antes hubo sinagogas, santuarios y templos.
Hemos, finalmente, acabado con la religión. Las sectas, las hermandades, cofradías y algunas tendencias sospechosas y redundantemente tendenciosas han sido también suprimidas.
Los iconos, altares y estampitas, han sido reducidos a cenizas.
Los cultos, ceremonias y libros sagrados, han sido enterrados donde nadie los pueda encontrar.
Desaparecieron o fueron ajusticiados los santos y gurús; los obispos, cardenales, imanes, maestros e iluminados. Los que creían en alguna certeza mitificada han sido reeducados y reconducidos.
La clarividencia será bien empleada; el sentido y la razón ocuparán el sitio de las creencias. No queda en el mundo vestigio alguno de devociones ni doctrinas incomprensiblemente divinas.
El mundo será empírico y práctico.
No hay misterios, no quedan cuestiones insondables, no hay corrientes, ni facciones ni movimientos segregados. Se acabaron esas guerras y cruzadas.
La evolución desde el conocimiento es la nueva doctrina.
Aburrido, Dios se tomó una Coronita, después eructó…y un inmenso vendaval barrió todo vestigio de vida en la tierra.
Solo sobrevivimos las lagartijas.
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