podría contarte de un hombre que camina por la vida y que a cada paso que da, encuentra monedas de oro, guardándolas todas en su bolso, y cuando alguien, muy pobre, le pide una caridad, les da unas cuantas. ellos las reciben y las guardan en su interior, agradeciéndole con el regalo de unos ojos brillantes y sonrisas de esperanza. mientras el hombre continúa andando, con el alma rebosante de paz. puede que caiga en un abismo y no se percate de ello, pues en su larga caida, hacia el fondo, siente que hay muchas monedas de oro, lindas monedas, brillando en un universo lleno de estrellas... y el hombre, en su caída, sueña con el final del abismo, esperando que todo resplandesca así como las monedas que encuentra a lo largo de sus pasos, y que las da a quien se lo pida, porque se siente mejor dando que guardando, o encontrando...
lima, abril de 2007
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