-Ahora que tengo que enterrarlo me doy cuenta-dijo la viuda-. El pobre Jacinto todavía estaba vivo.
Mucho tiempo después, la única prueba que encontró de que Jacinto Henríquez había existido era la misma tumba que años atrás tuvo que cavar su Bisabuela.
Javier Henríquez, hombre solo y heredero de una historia desaparecida, supo entonces, que sólo existiría una vez que hubiese muerto.
Texto agregado el 28-02-2004, y leído por 534
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Excelente. Lo leí n veces y no lo entendí. Me consuela constatar que a otros le pasó algo similar. Felicitaciones. jorval
08-09-2004
Muy bueno , es tan poco , y tanto al mismo tiempo..
No se por que pero me recordo tu escrito a cien años de soledad de Garcia Marquez.
exitos , mis cinco.
para la elite gonzalo_silver