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La “olla” del desempleo
Uno de los problemas más significativos de Colombia en los últimos tiempos es el desempleo: conjunto de personas que teniendo la capacidad y las ganas de trabajar, no pueden hacerlo. Esto afecta no solo los aspectos económicos y comerciales sino también la salud y la mentalidad positiva de la sociedad afectada.
Los médicos y psicólogos lo ven como uno de sus más fuertes enemigos ya que causa estrés, depresión y en muchos casos afecciones cardiacas que cada vez se hacen mas frecuentes en la población de edad avanzada. Esto no es solo un problema político o económico; nos esta llevando al acabose, se mete con nuestro bolsillo, con nuestras emociones, con nuestra lucidez mental y por si fuera poco está acabando con nuestras relaciones afectivas y familiares ya que nada de lo que emprendemos en la vida sale como esperamos.
“Otra pata que le salió al cojo” es el subempleo o desempleo disimulado. Cómo se explica que una persona invierta toda una vida en una formación profesional, esforzándose siempre por tener el mejor promedio en la universidad y al salir de esta se enfrente a una realidad para la cual no está preparado; una sociedad que (si cuenta con suerte) lo máximo que puede ofrecerle es un trabajo como secretario o peor aun un trabajo independiente como taxista o vendedor ambulante con lo cual no va a adquirir ni el 50% de la bonificación que se merece.
Hace algún tiempo llegó a mis oídos una información valiosa: una joven egresada de nuestra Escuela Normal como Maestra Superior de la promoción 2002, estuvo en la ciudad de Pamplona con el anhelo de emplearse dignamente, pero tras no tener salida estuvo obligada a trabajar en una cafetería Universitaria con un salario no meritorio de acuerdo a su formación académica. Es muy triste que estas situaciones se presenten en un país donde se quiere que toda su población reciba una educación con el fin de mejorar sus ingresos económicos. Pero desafortunadamente así son las cosas.
La principal causa de esta situación es la inconciencia de los privilegiados; el que tiene dinero no se interesa en lo mas mínimo por el bienestar del desamparado. Mientras unos pocos tienen sus latifundios solo para tener invertido su capital, muchos otros los podemos ver en un semáforo deseosos de tener una parcela donde trabajar y poder sostener a su familia. Si viajas a través del territorio nacional puedes constatar que hay muchas haciendas en las cuales solo unos pocos obtienen provecho; unas cantidades de terreno que serian muy útiles si las supiéramos administrar, dándole alojamiento a muchos que lo necesitan para que sean útiles a una sociedad que lo reclama a gritos.
Lo más increíble de todo, es que estamos como estamos porque muchas veces no hacemos nada por cambiar. El gobierno ha tratado de sanar o mejorar las cosas en lo posible a través de subsidios a desempleados hasta que consiguen trabajo de nuevo; pero al recibir este beneficio deciden no emplearse mas, convirtiéndose en una carga para el estado y negándose la oportunidad de ser personas activas en pro de un país en desarrollo.
La verdad, es imposible buscar culpables; alguien podría decir que es el gobierno, alguien más que la culpa es de los ricos, otros que la violencia, pero con certeza te puedo decir que la culpa no es de particulares sino de fuerzas colectivas. La única forma de salir de este problema es unir no solo fuerzas sino pensamientos y prioridades de todo un país, para poder evadir todos estos obstáculos y así salir de la olla en la que nos encontramos.
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Texto agregado el 13-04-2007, y leído por 103
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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14-04-2007 |
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tiene una manera muy particular de ver la realidad lujose |
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