Todo hombre cumple un ciclo vital, que comienza con la luz y termina con la luz, que viene y se va y a fin de cuentas nos lleva.
Yo comencé mi ciclo un 22 de Diciembre de 1983 al medio día, cuando mi madre al fin dejaba atrás los meses de mi concepción y de lucha.
Es curioso, pero lo primero que recibí de un ser humano al salir al exterior fue un golpe, una nalgada, pero se en verdad que el afán era de ayuda, pues aun inexperto, no comprendía que el oxigeno es necesario para vivir y por tanto no sabia respirar sin esa ayuda.
Cuando era pequeño y recién comenzaba mi integración social, por medio de la educación preescolar me embargo una idea intensa de no ser, solo escuchaba a los demás decir que querían ser adultos, mientras yo pedía lo contrario, ser niño para siempre.
Creia en la existencia de un mundo en el que no transcurría el tiempo tan deprisa como en verdad transcurre y de esa existencia aferraba mi sueño de ser niño. No se en verdad como fue, pero pasaron los años y fue rápida su marcha.
Fue difícil en verdad el cambio y aun lo es, fue y sera diría yo. Cuando en la primaria no logre ser como los demás, sufrí rechazo, no hablaba con nadie, no jugaba con nadie, no corría con nadie, a menos claro que la soledad sea alguien.
Fue hasta que entre a la secundaria, cuando mi estancia social se transformo en algo más agradable, puesto que mi alma se alzo con dirección al cielo, y mis sueños furtivos que creía muertos, renacieron de nuevo más cargado de fé que la que antes albergaban. Mi alma refugio su pasado en las actividades artísticas y científicas; Participe en obras teatrales, danza, concursos de matemáticas, eventos de oratoria, declamación, literatura e integrante de la escolta escolar. En pocas palabras empezaba la vida, estaba como muerto y solo, en un mundo irreal.
No podía detener el tiempo y evitar su paso sobre mí, así que aprendí que el tiempo nos tiene la mayoría de veces, a pesar de que es una invención del hombre.
La prepa en verdad fue otro escalón menos difícil y más gratificante, mezclaba trabajo y escuela por situaciones económicas, también producto del hombre. Me atrevo a decir que en el bachillerato general pase algunos de los mejores años que recuerdo, me hice de amigos, muy pocos pero de amigos verdaderos.
Fue antes de entrar a la facultad cuando paso esto; Recuerdo que era viernes y el aire pegajoso del mar y la sal del clima y el calor del lugar se fundían en una sola cosa, la mañana prosperaba y el sol se levantaba poco a poco, mi madre y mis dos hermanas menores Jessica y Diana llegamos aquella fecha a una playa denominada “La chacala”, una playa en la que el mar se vuelve magnánimo, inmenso y soberano, recuerdo que me adentre en las aguas y no sabia nadar, por dicho motivo me detuve justo cuando el nivel del agua llegaba a la altura de mi pecho. El agua estaba apacible y serena, pero cambio de pronto y sin darme cuenta plena vi un mar turbio y hondo, las ondas de agua comenzaron a volverse olas, las que al inicio me divertían, pero sin tener conciencia la marea comenzó a llevarme mar adentro, el mar me tomaba y yo no me daba cuenta, luego fue tarde y las aguas me cubrieron el cuerpo, ya no solo hasta el pecho, ahora era hasta la altura de los ojos y de mis ideas. No era ni mi lugar ni el tiempo justo para morir, tenia proyectos delante, lugares de sueños a donde viajar y tardes que compartir, pero el mar no escucha motivos y me llevaba a su profundo abismo.
Sentía como si de nuevo estuviera dentro del vientre materno, rodeado de placenta y flotando entre vida, pero ni era el vientre, ni era placenta lo que me rodeaba, pues este liquido era salado y no podía vivir entre el.
Como me lo permitian mis fuerzas y cuando sentía la arena al roce de la planta de mis pies, me impulsaba para salir a la superficie a tomar aire, pero era poco lo que transcurría para cuando me encontraba de nuevo debajo del agua.
Reunía fuerza de todos los rincones de mi ser, pero no eran suficientes, fueron eternos esos segundos, agua por todos lados a donde me dirigía, debajo, encima, junto y dentro de mí.
Hoy recuerdo lo que paso por mi mente, mi ser decía “no pidas ayuda, esos seres que siempre te han golpeado, humillado, traicionado, no te ayudaran”, pensaba en la posibilidad de que me hundieran más, para ni siquiera tener tiempo de luchar. Mas sorprendente era que luchaba dentro de mí, todas las ideas y los sueños que hasta ese momento estaban sin respuesta, solucione de una u otra forma todo y grite, grite reuniendo todas las esperanzas, grite con la voz del alma y la de la piel, el unísono “ ¡Ayuda!”.
No se ni como ni en cuanto tiempo transcurrió lo anterior, pero sentía dentro una fuerza extraña que se unía a la mía, una mano que sujetaba mi causa de vida.
Nunca supe su nombre, sólo se que una mujer me ayudo a salir. Camine meditabundo hasta dejar atrás aguas y arena, mi mente estaba absorta, me senté sobre una roca cercana a la orilla y permanecí ahí durante mucho tiempo, contemplando el mar.
Tantas cosas han pasado desde aquella tarde, muchos he cambiado mi visión del mundo y justo ahora los sueños siguen vivos más prendidos de fé y esperanza, hay mucho por delante, mucho que soñar y mucho que alcanzar, pero sobre todo, tanto que vivir.
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