Hombre de ambiciones ambiguas, encapsulado en valores austeros y vacíos. Te llenas tu soledad con amistades superficiales y transitorias. Te has sentido herido y aun sigues sangrando. El laberinto que tú mismo te inventas reina tu consciencia. No descansas, no te dejas descansar, no te dejas llevar. La meditación de tus acciones e incluso de tus sentimientos especifican cada estratégico paso a seguir. Renunciaste a la espontaneidad tiempo atrás. Te has perdido en un diluvio de sueños ajenos, o simplemente en demostraciones de poder. Dependes de apuestas unilaterales entre tu “yo” poderosos y la débil autoestima que te caracteriza. Te invades de confusiones tormentosas para volver a tener la capacidad de sentir. Tu corazón clama a gritos poder calmar tu soledad. Hombre riguroso de especulaciones calculadas de tu teorema “vida”. Tus teorías te envuelven en tu mismo razonamiento, no tienen sentido tus palabras. Trata de encontrar las verdades que buscas dentro tuyo, adentro, en tu corazón. Tus estructuras te generan seguridad, tus mentiras son sus bases y tus recuerdos inventados su infraestructura. Dejas el tiempo junto a la vida en un carrusel que no deja de dar vuelta frente a ti. Súbete de una vez por todas y deja de mirar. Tantas posibilidades en vano, desvanecidas en tu propia inercia de la pereza. Tus miedos te consumen como si los aspiraras todos los días. Como una droga necesaria para que puedas respirar. No quieres tener hijos, no quieres sentir amor. Te aterra el fracaso y el sacrificio por el prójimo. Te encierras en tu cuarto de cristal, frío y solitario. Quieres dejas de ser tu mismo, recurres a todo aquello que te da la libertad para inventarte en cada momento. No quieres conocerte, no te amas, te consideras superior a los demás, con capacidades intelectuales mayores por las cuales sufres, lloras sin cesar. Te ahogas en tu propia cobardía, quieres triunfar motivado por ambiciones ajenas. Quítate las cadenas que te amarran el alma. Yo te vi, conozco tu aura, y te quiero. Se que detrás de tu disfraz eres bello como un niño. Tu inocencia innata te delata. No te escondas en la sabiduría estricta y calculada de tus conocimientos. Primero eres tú, lo que sientes, lo que amas, lo que añoras. Te regalaría alguno de mis sueños, para que puedas deleitarte con las satisfacciones que generan. Sueña y no dejes de soñar. Los sueños son personales, profundos, tu más preciada posesión. Querido mío, si tan sólo mi abrazo curara tu herida. Que tristeza me das, quiero ayudarte pero no puedo, no me dejas. Estaré tocando a tus puertas cuando abras todos los candados a tu corazón. Yo aun no puedo entrar, tienes que amarte a ti mismo primero. Voy a estar, si, pero no adentro aun. Libérate de tus conjeturas huecas. Lárgate al intento de naufragar de tu mar de ahogo. Te voy a extrañar amigo mío. Me duele no poder ayudarte, pero no olvides que siempre que necesites un abrazo no tardare en envolverte en mis brazos.