Era de noche, la faz de la tierra en ese momento dormía, mientras que yo, veía el firmamento trenzado de miles de estrellas, entrelazándose entre si para darme abrigo, ya habían pasado varias noches así, viendo el firmamento, contemplando en un instante lo que tenía perdido en toda mi existencia, mientras que las estrellas enviaban mensajeros fugaces para hacerme compañía en esta aletarga soledad, navegante que había perdido el rumbo y esperando la llegada a cualquier lugar en donde las olas y el destino mecieran nuevamente mis sueños.