Arriesgarme un poco mas de lo que no hice, esperar un poco a ver que pasa, el tiempo juega con nosotros y no nos deja crecer, el pensamiento se burla y no nos deja ser, las excusas, siempre malditas nos lastiman, el arrepentimiento siempre presente, el remordimiento, la inseguridad, la reciprocidad que reza por un sentimiento común entre nosotros, mi reciprocidad.
Me miento al decirme que no va a ser para siempre, una mentira verdadera porque en realidad nada es para siempre, le miento a la madurez porque le digo que el creer al para siempre es inmaduro y el pensamiento otra vez se burla porque juro por Dios que no puedo imaginarme sin vos, sin estar pensando en vos.
Lo ingenuo otra vez me juega en contra, se asocio con el pensamiento y lo único esencial que siento es a nosotros queriéndonos para siempre, y la madurez me pega porque me dice que la vida no es perfecta, no nos vamos a querer para siempre y la defraudo porque me amigo con lo ingenuo para pensar que sí es para siempre.
Mas allá de todo lo abstracto, existe la libido que, repleta de suspiros me dice que hay una oportunidad: “ tu cuerpo encima del mío penetrándome y yo gritándote al oído, tu lengua en mi clítoris tratando de aniquilarme por completo, mi lengua en tu pene pidiendo una eyaculación negligente, y se cierra con un beso apasionado”
La realidad me baja de la nube porque me dice que el beso apasionado posiblemente se convierta en bizarro, porque el amor todavía no llego, el no quiere verme, le escribí y no me contesto. La realidad me dijo que la libido es traicionera, se hace pasar por amor e invita a la extrema tristeza a pasar una tarde en donde fabrica lagrimas y se alimenta de ellas.
Osea que quedo así, con un mar abstracto de pasiones que se burlan de mí, y mi pecho se llena de una desesperación salada y agria.
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