Cayó en mí la gracia de lo divino,
en cuerpo y alma me regaló
gran poderío,
razón y alma se fundieron
por fuerza del destino
refulgiendo savia nueva
en tiempos de insulso albedrío.
Sin pagar queda mi deuda
que sin tenerla he adquirido,
pues es de bien nacidos,
y así me enseñaron los míos:
hay que dar infinito
por poco o mucho que te dé el amigo.
Texto agregado el 10-04-2007, y leído por 510
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Lectores Opinan
03-05-2008
la verdad es que me recuerda por el ritmo, la moralidad implícita, a los buenos poemas del siglo de oro.5* jardinerodelasnubes