Anoche soñé.
Con vos.
Nuestros cuerpos desnudos, abrazados,
atormentados,
sin amor de por medio,
se estancaban en el tiempo.
El uno que protegía al otro
en el más absoluto silencio.
Los ojos bien abiertos, los alientos mezclándose,
aunque no resultaba vida, ni mucho menos
complaciente necesidad de escencia.
Los ojos bien abiertos, desesperados,
estallando sus secretos más profundos,
saltando para no quemarse
en el vacío trasmutado en fuego
de leños abrasados, como los cuerpos,
desnudos,
que no llevaban amor de por medio.
Tu misterio revelándose en calma,
imposible de descifrar
pero sabiendo
que es ese mismo misterio
el que pide protección,
pide cese del fuego, pide bandera blanca
y carta blanca, para poder arrancar.
Para que nuestros cuerpos desnudos, abrazados,
abran paso al amor de por medio.
Anoche desperté.
Sin vos.
Qué misterios nos ahogan impasibles,
si sabemos de sobra
que sólo juntos, con los ojos abiertos
y los cuerpos desnudos, abrazados,
sin tiempos más que el tiempo,
daremos lugar al amor de por medio. |