Estabas parada en esa esquina como todas las noches, con tu mini y tus tacos y tu cara pintada,
esperabas el levante del algún maduro con ganas de sexo, con ganas de lograr lo que no lograba en su casa, escuchar esas mentiras que ni el creía pero que lo hacían gozar, que una joven accediera a sus requerimientos eróticos. De pronto apareció no en auto sino caminando, se acerco lentamente, te miró de arriba abajo y te preguntó la tarifa, el quiería algo "completo", le dijiste la cifra que aceptó sin problemas, caminaron despacio hasta el hotel cercano y una vez en la habitación le aclaraste que todo sería con preservativo a lo que el accedió.
Comenzaron el acto repetido, tardaba en erigirse, el lugar me da nervios, decía, vos lo acariciabas allí justamente y con tu boca ayudabas, su miembro despertó y comenzó la tarea, un poco en la boca y depués te penetró, se movía acompasado como siguiendo algún ritmo hasta que en unos minutos el
final se produjo.
Quedo aletargado acostado a tu lado, tu lo apuraste diciendo -ya fue suficiente, lo has hecho muy bien- el, sobrador te miró y te dijo ¿te gustó?
tengo fama de hacerlo muy bien- vos asentiste cansada y te fuiste vistiendo lentamente mientras el terminaba de asearse, casi sin hablar salieron del hotel, el siguió su camino y vos regresaste a la esquina.
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