Te conocí en mi juventud temiendo siempre la altitud amante y mujer madura, te temí, hoy así perdura. Voló la guerra y la muerte sobre el pueblo siempre amado y nos guió lejos a una suerte que nos juntó, siempre al lado. Te llame como te llamaron otros te ame, talvez más duro que los potros que se así se llamaban, sin amarte, ¡como soñé verte en mi estandarte! Luz podría ser lo que nos falto Alma la que vio nuestro salto Cruz la pequeña amiga de cuarto Piedad con la mentira de un parto. Tres nombres junto al propio Dos sangres juntadas por opio Una sierva que más te quiso Cero desgracia se izó.
Texto agregado el 09-04-2007, y leído por 121 visitantes. (1 voto)