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Amor muerto
Por este tiempo las flores del aloe ya deberían alzarse erectas sobre los verdes penachos de sus carnosas hojas. Estamos a los postres de la primavera y la azabara aún anda mocha como fregona frígida y sin palo.
Esta mañana Azulada le dice a Blao que su pasión también se amustia:
"Noto como que mi ardor se apaga. Antes cuando hacía el amor una llama de placer mantenía encendido a lo largo del día todos cada uno de los rincones
de mi cuerpo. Bulimia de amor. Hoy ya no es lo mismo. Ni me acuerdo cuando fue la última vez."
Blao recoge el guante. Quiere resarcirse de sus editoriales de estopa. Con la mano tersa estruja sus pensamientos polvorientos y sacude su imaginación
por el balcón de su frente dormida. Busca ideas para redactar un artículo sobre la desmitificación del amor.
Tras una mañana de consideraciones y consultas encerrado en el santuario de sus temerarias cavilaciones estas son las Notas que Blao cual Fidias de la literatura esculpe en esta "Columna" ovada.
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"Si cerráis la puerta a todos los errores,
también la verdad se quedará fuera"
(Tagore)
Antes de empezar a hablar sobre el amor, debería definir, separar, delimitar los diversos matices que colorean el lienzo de este mítico bodegón: genitalidad, sexo, procreación, instinto... Pero eludo esta clasificación para no caer en el vicio intelectual de reducir el todo a las partes.
Desmenuzar la globalidad al detalle conlleva el riesgo de quedarnos sin ella. Existen obras de arte que si las descuartizáramos en sus elementos iniciales nos cargaríamos su propia identidad, echaríamos a perder su belleza.
La palabra amor es un invento tardío de una civilización caduca. Las gentes de un tiempo atrás descontentas de sus vivir fracasado idearon un plan
equivocado para izarse sobre su propio pesimismo. Así es como surgió el Romanticismo una ideología montada sobre la imposibilidad de una existencia imperecedera.
Yo tan sólo quisiera destronar al amor de su Olimpo, desvestirlo de su poética, librarlo de su inviolado dogmatismo. Tanto daño hace el que adula ficticiamente como el que no es fiel a la verdad. Y el amor es una mera necesidad biológica activada por la química de una sustancia llamada feromona. Amar es llegar a viejo y tener alguien que te corte las uñas de
los pies, que te rasque donde tus manos no llegan. A lo sumo amar es ser lo suficientemente valiente para aguantar el vaho de una presencia ajena. Amar es saber conciliar mutua y proporcionalmente las pulsiones de "poder" que habitan en el interior de la pareja. Como me dijo el otro día un amigo, "el amor es ciego... sólo el matrimonio le devuelve la vista".
El amor es un placer efímero, un sucedáneo anticipativo, premonitorio, parcial del amor pleno. Tan absoluto como etéreo. Por no decir, una locura.
El amor concreto es un gatillazo del amor total. Metáfora de una realidad inexistente, una vana consolación.
"Y pintóla en mi imaginación como la deseo" le dice don Quijote a Sancho refiriéndose a Dulcinea, "su soberana y alta señora". Si Aldonza Lorenzo, "moza de chapa", es la concreción de un amor vulgar y terreno, Dulcinea es su proyección platónica. Realidad y deseo: un binomio irreconciliable.
Da lo mismo amar a la tosca Teresa Sancha que a la estilizada Barbie. El amor es tan necio que podemos llegar a enamorarnos incluso de Maritornes. No nos
enamoramos de "ese lunar que tienes, Cielito, junto a la boca", sino de la belleza que nos sugiere cualquier aderezo, cualquier fetiche. "No es tu voz seductora, ni tus manos de espuma, tu mirada sensual y transgresora, es mi egoísmo, la búsqueda de mi propia satisfacción, la que me pone en lujurioso trance". El sexo está en el cerebro, y cuando las neuronas andan escasas para activar el impulso amatorio nuestra concupiscencia se afloja, el monte de Venus se viene abajo.
El amor es un encantamiento, desaparece como una burbuja en cuanto queremos apropiarnos de él. Es un misterio. Nos transporta a un mundo idílico. Otra
sublimación más del ser humano herido por la veleidad de su propia existencia evanescente.
El amor es un juego, una fantasía extraordinaria, muy atractiva sin duda, pero simulación al fin de cuentas.
La carga de amor, su peso en oro, no está en nuestra guarnición viril ni tampoco en las cimbreantes caderas de la mejor doncella, está en la capacidad ilusoria de imaginar el mejor amor imposible.
El amor puede que sea "la dama de nuestros pensamientos", pero yo nunca he visto un pensamiento caminar con un par de tetas bien puestas....
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Al llegar a esta frase Azulada deja de leer el borrador de Blao. Le desagrada su tufo abúlico, conformista y pedante. Le repele sobre todo la última expresión, tan ordinaria y discordante. Y devuelve con gesto desaprobatorio el escrito a su autor.
"Puestos a no escandalizar al respetable -se defiende Blao- , estaría dispuesto a corregir y repensar todo lo dicho, excepto aquello de que "el amor es un misterio, una locura".
Luego ya más tranquilo Azulada le echa una mano por el hombro a Blao en plan conciliatorio y le dice:
"¡Si es que no tienes remedio, mi negro! Todo lo que con tu palabra tocas, lo trastocas. No sé como te las arreglas, pero siempre consigues el efecto contrario al que te propones. La palabras tienen su propia autonomía, y las tuyas, Blao, hoy han sido viagra divina para mis amores muertos."
Juan Martín Serrano : AZULADA
Murcia, 9 de abril de 2007
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Texto agregado el 09-04-2007, y leído por 505
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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26-04-2007 |
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Yo creo que el amor es vida, y la vida sin amor es sólo un simulacro. Y por más que se sepa que el AMOR involucra a todos los aspectos de la relación humana (naturaleza, trabajo, hobbies, mascotas, etc.) cada vez que se habla de amor, se piensa en el amor de pareja, que no puede ser sustituido por ninguno de los demás componentes, que también son parte del amor. Se dice también que el amor es dar; yo no lo creo, yo creo, más bien, que el amor es darSE. Se puede dar mucho sin dar amor, en cambio darse, no se puede, si no es con amor o por amor. Y como se dice en este trabajo, amor es aceptar al otro, con sus carencias, fealdades, virtudes y bellezas. Es el sexo, es la química, es el espíritu y es la carne. Es todo. Por eso creo que el amor es vida, porque implica todo lo que concierne a la vida, para valga la pena ser vivida. Felicitaciones por este trabajo. 5* sara_eliana |
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14-04-2007 |
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Hay mucho por decir sobre el amor, pero sería excesivo en este corto espacio. Blao me ha dejado sin sustento hoy...
Un abrazo ***** neus_de_juan |
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13-04-2007 |
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SE podría dar tantas definiciones del amor, tantas, mi opinión al respecto es que... todos necesitamos de el, en sus dieferente categorías, aunque aqui se habla del amor romántico de pareja, Hay mucho, mucho para comentar de el amigo mio, tanto que decir que ni digo nada. Exelente tu tema, interesante columna, como siempre. ***** gfdsa_elisa |
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13-04-2007 |
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El amor es ingular pero se manifiesta totalmente plural, según cada un@. Cada un@ habla de la feria según le haya ido en ella y todos los que han ido han conocido la feria, pero cada un@ la ha sentido de manera diferente y la comprende de manera diferente, aún siendo la misma feria. Innegable la buena forma escritora que nos viertes con Blao en estas líneas, pero el tema es tan potente que protagoniza la columna y compromete al lector que ame o haya amado en un juego de equilibrio entre lo vertido por Blao y lo vivido por él. Definir el amor en general es dejar de darle los matices necesarios para que se acerque más al amor de cada uno y eso es casi imposible. Mi pensamiento está en lo que plantea loretopaz. Amar desde la admiración y el deseo de conseguir llegar a unificarse con el ser amado en lo que admiras y valoración del esfuerzo del otro por superar sus errores. El sexo merece un capítulo aparte, aunque entre dentro del capítulo amor. graju |
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10-04-2007 |
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Una reflexión muy particular de Blao sobre el amor. Distintas facetas de apreciación del sentimiento amoroso parece turbarse entre “pasiones” y pureza afectiva. ¿Amor sublimado? O esa “realidad y deseo: un binomio irreconciliable” que parece jaquear las vivencias de Blao. Para pensar. Shou |
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