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DAMOS VUELTA LA PÁGINA


Damos vuelta la página
para encontrar después de la lluvia
un cielo verdeante de palabras
que en salvajes bandadas
esperan ser domesticadas,
pero antes,
tu voz,
tan suave,
navega hasta el canal de mis oídos
y deja dibujar un universo de deseos.

Que mis puertas se cierren,
que por sólo un segundo
las nubes detengan su viaje
y bajen la vista
para cubrir los ventanales
de mi vieja casa. Allí
donde me amaste sin vestiduras ni ataduras,
todas esas oscuras noches de invierno.

Pero ahora somos otros,
con la piel rasgada y las uñas opacas,
porque nuestras miradas se han ido a descansar
tan lejos como la línea del horizonte,
porque para despertar a un nuevo día
debemos apagar la luz de la memoria.
























LA QUEBRADA DEL ÁNGEL


En la quebrada del ángel
el hombre viejo perdió los ojos
entre la espesura del aire
y sus más insignes cometas.
El viento lloraba sin consuelo
y se perdía por el polvoriento camino
buscando las vueltas y los rincones,
la oscuridad y su abrazo mortal,
buscando las sonrisas y los gritos infantiles,
tan espontáneos y límpidos,
que hoy no bastaría toda la luz del océano
para reflejar sus retornos eternos.

Pese a la lejanía
la quebrada del ángel
parece más cercana,
indolente y furiosa la ola
atraviesa los arenales para alcanzarla,
y perderse por una eternidad
cuando todos sueñan ser
pájaros ciegos en fugaz caída
hacia los faldeos del gran acantilado.






















TAREA VANA


La gente no habla mi idioma,
es la incertidumbre, el proceso,
las miradas son adultas pasajeras,
nadie usa el verdadero cuerpo para amar,
hay que negociar el alma,
diviso el equilibrio y no me atrevo
sobre la cornisa del mundo,
es que nadie asume el látigo en su mano
y lanzar golpes con los ojos cerrados
parece tarea vana,
es que nos vestimos con las mismas etiquetas,
así de impresionables,
pero las cosas se olvidan a la hora del almuerzo,
mientras raudo trago
las ardientes palabras se atropellan
unas a otras para callarse en mi estómago,
allí donde dejo de pensar
que mi voz es un enjambre de signos en retorno.


























DE PIE

De pie
y el espejo está ahí,
mi cabeza es el gran árbol
y sus ramas se extienden como ideas
hasta lo más extremo de maduras,
las palabras que cuelgan chorreantes
de tinta al borde de la página
caen y caen
en sonoros remolinos
sobre nuestra tierra para nombrarse
unas a unas reinas del florido desierto
y la humedad más austera las enfunda
en ojos plateados para conocer el mundo,
nuestro mundo.

Texto agregado el 27-02-2004, y leído por 174 visitantes. (1 voto)


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