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El otro día él vino a casa.
Era tarde y ella estaba preparada para su merecido descanso. Había estado un tanto alterada entre los festejos con cohetes y el viento tormentoso que la ponía realmente nerviosa.
Es tan tranquila, tan sedada, que sus trotes sólo se escuchan en el piso de abajo.
Cuando sonó el timbre fui hasta la puerta.
Entró un grande que nunca había visto, me escondí atrás de la bici y lo miraba y olisqueaba desde lejos.
Me arrimé finalmente porque me pareció inofensivo, lo dejé que me tocara la cabeza y le olí la mano. También intenté morderla para que no se pensara que yo era una cualquiera.
Me fui a comer mis galletitas de colores (No sé porque ella ya no me da carne...)
Cuando voy para la pieza del balcón, me encuentro con una escena... una escena...
Subí a la cama, yo también quería jugar.
Ella le preguntó que te pasa y él apuntando su dedo hacia mí le dice que yo lo había mordido
Me sacó, cerró la puerta.
Yo pensé que era para que no me fuera a la terraza a comer los pajaritos presos, me gusta cuando me escapo y ella se queda murmurando.
Pensé, bueno, ahora ya me abre, hoy tengo tanto sueñito.
Me lavé los bigotes, las patas, se la dí a una pulga que andaba por ahi. Fui a comer más galletitas.
Creo que me quedé esperando en el sillón, cuando voy a tomar agua a la cocina miro el reloj y mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. Las cuatro y media! y yo sin dormir.
Fui hasta la puerta y estaba cerrada, empecé a rascar para que me abriera.
Que se pensó, claro ella juega y se olvida de sus responsabilidades, a mi que me parta un rayo! No, mejor no, porque me asusta el ruido.
No me dio ni bola.
Ya casi era de día, escuché los pajaritos y no los podía ver. Quería que me rascara la panza, quería morderle la mano, quería arañarle la cara.
Por fin abre la puerta.
Inmediatamente me acuesto en el colchón que quedó de recuerdo de un acto solidario al pedo de esos que hace ella a cada dos por tres y me quedé dormidísima.
Bajé a abrirle la puerta y con un hasta luego lo despedí. Subí otra vez por el ascensor.
Me llamó la atención cuando entré a casa que no intentara salir corriendo hacia la terraza.
No estaba en los lugares que suele frecuentar.
Me fui a laburar y cuando vuelvo a las 7 de la tarde, tampoco intenta salir.
La llamo, la busco y ahí estaba: durmiendo en el colchón que tengo abajo de la cama y que un día de estos voy a tirar. |
Texto agregado el 07-04-2007, y leído por 452
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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20-10-2007 |
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Un texto perfecto hasta "...a cada dos por tres y me quedé dormidísima." en los párrafos siguientes como lectora me confundo, entiendo la idea, pero hay otro narrador, que ya no es el perro, hay un giro que debieras reconsiderar. Lo anterior muy, pero muy bueno, sugerente, tierno, permite imaginar el espacio, estar allí, oler, pero luego...es posible la revisión? Las estrellas se quedan porque el relato sí lo merece, con creces. FaTaMoRgAnA |
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13-05-2007 |
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Autentico y maravilloso. Un relato en primer persona por el primer frgmento y despues contado por una mascota que pide atencion. Esta dficil la lectura porque hay ciertas cosas que me confunden -no es que este mal el texto. Quiero pensar que hay un refuguio muy oculto que todavia no ha sido descubierto ni por ti ni por nadie. Hay algo profundo que esta puesto en esta mascota para que sirva de portavoz. Toda una conexion de voces caninas, humanas que me han hecho pensar mucho. Me impresiona tu inteligencia porque se que no es para cualquiera elaborar relatos tan entablillados y sellados con maestria. Sigue y deslizate un poco mas hasta encontrar la veta del cuento magico que fluye natural. Se que lo lograras. Te dejo cinco estrellas? Para que si ya el comentario te ha dejado mi respeto y adimiracion.... five gold stars! suzette |
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07-04-2007 |
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jaja, esto está espectacular, muy bien elaborado, te felicito. tiresias |
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